Sergi Reboredo
La ciudad imprescindible

Montevideo, la capital de Uruguay está de moda

Montevideo es una ciudad llena de vida y glamour, de poetas y músicos, de inmejorable patrimonio histórico y buena gastronomía. Por si esto fuera poco, alberga los carnavales más largos del mundo.

Uruguay está situado entre los dos gigantes de Sudamérica, Argentina y Brasil, y su capital Montevideo es la puerta de entrada a un país definido por “The Economist” como «el país con la receta para la felicidad humana». Lo mejor no es pasar de largo, sino quedarse en la ciudad unos días y explorarla a fondo. Se trata de una metrópoli cosmopolita, verde, cultural y en la que siempre rezuma de fondo la música del tango, algo que puede comprobarse a simple vista visitando el Milongón, un local donde se puede disfrutar de una cena-show en la que 35 artistas ponen en escena a la tenue luz de las velas un despliegue musical y coreográfico de candomble, tango, milonga y mucho folclore.

Además de tango, Uruguay ha puesto en el mapa a algunos de los grandes nombres de la literatura mundial, como son Juan Carlos Onetti, Eduardo Galeano o Mario Benedetti. Este último perteneció a la Generación del 45 y fue autor de afamados libros y poemas. Su lenguaje fue sencillo, para que sus obras pudieran ser accesibles a cualquiera. Benedetti combinó sus libros con su propia personalidad y se inspiró, sobre todo, en la cotidianidad de las calles de Montevideo. Por eso se tiene constancia de más de seiscientos lugares reseñados que integran la Guía turística Benedetti, que permite sobretodo «releer a Mario Benedetti y releer la ciudad de Montevideo».

Su epicentro se sitúa en la afrancesada plaza de la Independencia, que divide la Ciudad Vieja del Centro comercial. Diseñada en 1837 por el arquitecto italiano Carlo Zucchi, en ella se encuentran el Palacio Estévez, edificio de estilo neoclásico que albergó durante más de cien años la Casa del Gobierno (1880-1985); la estatua ecuestre del General José Gervasio Artigas, debajo de la cual se encuentra el Mausoleo donde descansan sus restos, y el imponente Palacio Salvo, el edificio más emblemático de esta urbe. Se trata de un rascacielos art decó ecléctico, de 27 plantas y 95 metros de altura, que entre los años 1928 y 1935 fue considerado como la segunda torre más alta de Sudamérica. Todavía hoy es visible desde muchísimas partes de la ciudad.

La Calle peatonal Sarandí es una de las arterias más importantes de la Ciudad Vieja, y el lugar turístico más frecuentado de Montevideo. Parte de la Puerta de la Ciudadela, sigue por la Plaza Constitución (comúnmente llamada Plaza Matriz) y termina en la Rambla (la avenida costera), en el extremo oriental de la Ciudad Vieja. Son calles dinámicas, llenas de comercios en los que puedes encontrar tanto objetos diversos de artesanía como establecimientos simbólicos del estilo de la librería Más Puro Verso, un must de obligada visita.

Todos los domingos desde 1909, entre la calle Tristán Narvaja y la Avenida 18 de julio, se celebra la feria más grande y popular de la ciudad. Aquí se puede encontrar de todo: libros, cds, vinilos, antiguas reliquias, adornos, muebles y artesanía. También es un buen sitio para hacerse con algún souvenir.

Caminando en dirección al puerto se llega hasta la réplica de la Fuente de Canaletas de Barcelona, donada hace algunos años por el Ayuntamiento de la capital catalana. Justo enfrente se ubica el Mercado del Puerto, en el que una docena de restaurantes sirven la mejor carne del país. En este templo gastronómico por antonomasia es de obligado cumplimiento probar el delicioso asado a la leña, que no en vano representa el plato nacional uruguayo en un territorio que presume de tener cuatro vacas por cada habitante. En el mercado también se estila pedir un “medio y medio”, que no es otra cosa que una mezcla fresquita a partes iguales de vino blanco seco y vino espumoso dulce.

No hay que olvidar que la bebida nacional es el mate. En Uruguay, prácticamente la mayoría de sus habitantes beben mate, una infusión que representa un estilo de vida y se toma caliente y amargo. Se calcula que de media cada habitante consume la nada despreciable cifra de nueve kilos de este producto cada año.

Otro lugar gastronómico que no hay que perderse es el antiguo bar Facal en el que sí o sí hay que pedir la especialidad de la casa: el chivito. Se trata de una sándwich de lomo de ternera y vegetales que puede tener tantos ingredientes como maneras de preparase.

Pascual Harriague, el vasco que llevó los primeros esquejes de vid. En la bodega Juanicó se cultivan los mejores caldos uruguayos. Pertenecen a la variedad Tannat. Por lo visto, los principios de la vinicultura en este país llegaron gracias a un inmigrante vasco llamado Don Pascual Harriague, que fue quien introdujo los primeros esquejes de vid allá por el siglo XIX. Hoy en día, todavía siguen agradeciéndoselo y su principal marca lleva el nombre de “Don Pascual”. Además de catar un excelente vino y de hacer la correspondiente visita a las bodegas, también es el lugar perfecto para degustar un delicioso asado.

Aparte de por la Ciudad Vieja, es interesante pasear por la franja costera –apodada la Rambla– que se extiende por la orilla del Río de la Plata. Son casi treinta kilómetros de zonas ajardinadas y playas en las que la gente disfruta paseando o sentada en sus sillas plegables tomando mate y debatiendo sobre la vida. Una carretera la circunvala desde la Ciudad Vieja hasta el exclusivo barrio de Carrasco, en el que se ubican los hoteles más caros de la ciudad y los chalets de los nuevos ricos.

Delante del mercado se encuentra el Museo del Carnaval, que nos acerca mediante attrezzo y audiovisuales al Carnaval más largo del mundo. Lo ideal es poder venir en febrero y disfrutarlo en directo; nada más y nada menos que cuarenta días y sus respectivas noches al ritmo frenético del candombe. Destacan, sobretodo, el día del Desfile Inaugural y el del Desfile de Llamadas.

Sus comparsas las forman grupos de ente 50 y 70 tamborileros, sin olvidar a una o varias parejas de ancianos: ellos hacen de brujos y ellas de Mama vieja. Tampoco falta un escobillero, que va barriendo el suelo de posibles espíritus malignos y las despampanantes vedettes que ligeras de ropa se pasean al ritmo de la música.

El Carnaval uruguayo se caracteriza también por los espectáculos de murgas, parodistas, humoristas, revistas y comparsas, que se desarrollan tanto en los tablados barriales como en el Teatro de Verano donde se celebra el Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas.