BERTA GARCIA
CONSUMO

Robo de tarjeta

P rácticamente, no hay operación económica que hoy en día no se pueda pagar con una tarjeta. Las tarjetas bancarias se han convertido en nuestro monedero-billetero habitual, y las extendemos a diestro y siniestro, en muchos casos, sin reparar en gastos. Pero, como todo en la vida, tiene sus ventajas y peligros, pues no siempre se respetan las reglas de uso y los primeros en utilizarlas mal somos los dueños.

Velar por nuestros bienes es una responsabilidad que, en primer término, los propietarios debemos asumir, aunque después busquemos o deleguemos su seguridad en terceros. En el caso de las tarjetas bancarias, por ejemplo, se pueden contratar pólizas de seguros por si surgen supuestos de sustracción o robo, y/o también solicitar al banco que nos informe puntualmente sobre cualquier movimiento que se produzca con cargo a la misma.

En cuanto al uso que hagamos de ella, en esto ya no podemos sino que extremar las precauciones. Pongamos por caso el robo o sustracción, tan frecuente en estos tiempos. Deberemos evitar dar pistas llevando el PIN junto con nuestras pertenencias (agenda, móvil, en el billetero, etc.) Otro supuesto, que casi pasamos por alto, es cuando pagamos con tarjeta y la transacción no se hace a nuestra vista; el camarero, el dependiente u otro, en lugar de ofrecernos el datáfono para marcar, se lleva la tarjeta y perdemos el contacto visual. Pues ¡ojo! que hoy en día los mecanismos de clonación han avanzado considerablemente. Tanto es así, que ya no es necesario el pasar la tarjeta por otro lector para que se produzca la duplicación, simplemente llevándola en el bolsillo.

Si se produce una situación de sospecha en algún movimiento bancario deberemos actuar con rapidez de cara a informar a la entidad bancaria correspondiente para bloquear la tarjeta y en paralelo poner una denuncia. Si nosotros hemos actuado sin demora comunicando el fraude, no nos pueden cobrar un solo euro de los cargos fraudulentos. Seamos cautelosos tecleando claves, cambiemos el PIN con frecuencia, no admitamos que se lleven la tarjeta fuera de nuestro control, pongamos un tope de cargos diarios y actuemos con celeridad a la primera sospecha, con denuncia incluida.