XANDRA ROMERO
SALUD

Las necesidades reales de agua

Llega el calor y, con él, las recomendaciones sobre la necesidad de cuidar una buena hidratación tanto en niños como en adultos o ancianos. Está claro que es vital pero, como casi todo en la vida, los extremos no suelen ser buenos. Conocemos las fatales consecuencias de no hidratarse suficientemente, pero ¿qué pasa cuando alguien se excede hidratándose?

Hay más preguntas al respecto: ¿No es saludable beber grandes cantidades de agua cada día? ¿Tienen un problema aquellas personas que no se separan del botellín de agua? ¿Puede ser nociva el agua para nuestro organismo?

Puede que en algunos casos sí que lo sea. La recomendación general que se ha dado históricamente acerca de la ingesta de agua es de 1,5 a 2 litros al día para un correcto funcionamiento del organismo. Esto ha llevado a muchas personas a, literalmente, no separarse del botellín e incluso a obsesionarse con beber agua.

Lo cierto es que esta afirmación ha calado tanto porque muchos profesionales de la salud promueven y afirman esta idea. Sin embargo, es justo reconocer que, aunque somos conscientes de que esta y muchas otras son recomendaciones generales, es importante, cuando se trata de divulgar, que aclaremos ciertas especificaciones, puesto que nunca sabemos cómo va a interpretar nuestra recomendación la otra persona.

En este sentido, cuando alguien se obsesiona con la necesidad de ingerir suficiente agua para estar “sano” puede llegar a sufrir potomanía, también conocida como polidipsia psicogénica.

El deseo de beber grandes cantidades de líquido –se pueden llegar a ingerir entre 8 y 15 litros de agua al día– puede ser consecuencia de un trastorno mental. Concretamente, atiende a actos compulsivos que no estarían causados por la sensación física de tener sed.

Aunque la potomanía no está incluida en ningún sistema de clasificación de trastornos psiquiátricos, los expertos afirman que, por sus características, se podría incluir dentro del conocido como trastorno alimentario o de la ingestión de alimentos no especificado.

Esta ingesta compulsiva de líquido genera en la persona una sensación de alivio y placer inmediato pero también causa ansiedad clínica si no se puede ver cumplido ese deseo, lo cual puede generar deterioro social, laboral y en otras áreas importantes del funcionamiento de la persona, como pueden ser problemas para dormir, ataques de pánico y dolores de cabeza.

Un exceso de la ingesta de agua puede alterar el equilibrio entre los fluidos y los electrolitos (minerales) en nuestro organismo causando calambres musculares, sensación de fatiga y cansancio –consecuencia de la dilución de potasio y sodio en sangre–, dolor de cabeza e incluso coma y muerte.

Viendo las fatales consecuencias, quizá haya quien se ha asustado y no sepa si está bebiendo suficiente o si, por el contrario, es demasiado. La realidad es que el volumen de agua que necesita una persona varía según el ejercicio que haga ese día, la temperatura ambiental, su estado de salud, su edad... Para un adulto sano, las necesidades rondan los 30-35 ml por kg de peso al día.

Hay que tener en cuenta que las pérdidas de líquido en nuestro cuerpo se dan, principalmente, a través de la sudoración, los pulmones, la orina y las heces. Asimismo, la ingesta de líquido la hacemos a través no solo de las bebidas, ya que alrededor de un 20% lo obtenemos a través de la alimentación.

En este punto es importante recalcar que el agua es la mejor bebida para la hidratación y los alimentos con mayor proporción de ella son las frutas, las verduras y las hortalizas. Aunque no se ha establecido una ingesta máxima de agua en personas sanas, pues el organismo dispone de mecanismos para regularlo, se han reportado problemas cuando se supera la capacidad de los riñones para eliminarla (entre 0,7 y 1 litro por hora). Pero para ello sería necesario beber muchísimo en un plazo muy corto de tiempo, así que es improbable que ocurra.