XANDRA ROMERO
SALUD

Reconocer a los intrusos en nutrición

A pesar de que estemos inmersos en la época estival, todavía es probable que algunos rezagados lleguen a las consultas de los nutricionistas para intentar lograr su objetivo: conseguir estar en mejor forma lo que queda de verano. La verdad es que supongo que no deben salir muy contentos cuando la mayoría de los profesionales les contestamos que nuestro trabajo es ayudarles a cambiar sus hábitos alimentarios –algo realmente complicado, aunque no lo parezca– y que alcanzar un físico o un peso determinado tan solo es consecuencia de dicho cambio, sobre todo si es mantenido en el tiempo.

Y es que, esta es la cuestión, cualquier profesional que te diga que sí, que te va a poner una dieta para que bajes no sé cuánto peso en un tiempo concreto, es muy probable que no sea un nutricionista. Puede que sea médico, farmacéutico, enfermero o entrenador personal y puede que dentro de su formación académica haya estudiado algo de nutrición, pero eso no le capacita como tal.

Si alguien no está adecuadamente formado –y, en este caso, hablamos de alguien que se haga llamar nutricionista pero que no haya cursado el grado o la antigua diplomatura universitaria y, por tanto, carece del título de grado universitario en Nutrición Humana y Dietética (no un master ni un curso)– puede conllevar riesgos sobre todo para el usuario, pues puede llevarle a sufrir trastornos de la conducta alimentaria, problemas renales o hepáticos por dietas continuadas y desequilibradas, o problemas metabólicos que hagan que esa persona tenga dificultades para perder peso.

Asimismo, a nivel general este intrusismo fomenta la confusión en la población y propicia la creación y el mantenimiento de los mitos alimentarios.

También pueden llevar a confusión, bien sea por falta de formación o de actuación en materia de nutrición, algunos de los consejos que se suelen dar en los medios de comunicación. Por ejemplo, el pasado junio en el programa de cocina de Karlos Arguiñano llamaba la atención que una colaboradora habitual, licenciada en Medicina, afirmase que existen estudios que demuestran que comer diariamente mango mejora las bacterias en el intestino y nos ayuda a prevenir ciertas enfermedades. Añadió, además, que no era recomendable tomar más de tres piezas de fruta al día, porque la fruta tiene azúcar y eso podría hacer que se nos desequilibrase la dieta.

Ambas afirmaciones son del todo erróneas pero, al proceder de una supuesta fuente experta, posiblemente los espectadores las pudieron tomar como ciertas.

Algunas cosas que un nutricionista nunca haría:

1.- Un nutricionista no es alguien que se dedica a la estética y mucho menos a la “Operación bikini”. Es un profesional sanitario que ejerce su profesión desde el ámbito de la salud. Es decir, no recomendará nada que la ponga en riesgo.

2.- No es alguien que vende pastillas, ni ampollas, ni preparaciones de proteínas… sino que elabora sus tratamientos dietéticos exclusivamente a base de alimentos.

3.- No es alguien que saca una dieta estándar del ordenador o de un cajón, si no aquel que, en función de diferentes factores de la persona que tiene delante (edad, altura, peso, hábitos alimentarios, culturales, religiosos, patologías...), elabora unas pautas personalizadas y le enseña a cambiar sus hábitos.

4.- No promete la pérdida de “x” peso en un tiempo concreto.

5.- No excluye en su pauta dietética alimentos de verdad, como por ejemplo, los carbohidratos (salvo porque alguna patología lo requiera).

6.- No basa su tratamiento únicamente en las calorías; de hecho, casi no habla de calorías sino de cantidades suficientes y la calidad de los alimentos.

Por último, si aún así tienes dudas sobre si a quien están consultando es realmente un nutricionista profesional, pide el número de colegiado o el título universitario. No obstante, ante cualquier duda, consulta al colegio oficial de dietistas-nutricionistas de cada comunidad autonómica.