Miren Sáenz
Concha 2019: La bandera en la pantalla

Regatas en formato audiovisual

El documental es el formato audiovisual que más caso le hace al remo. Antes y ahora, aunque cada uno a su manera, todos los filmes que abordan el banco fijo comparten un guion común donde se recuerdan sus orígenes pesqueros, su dureza y exigencia y la capacidad de un deporte minoritario para cautivar a las masas. En la mayoría de las bandas sonoras, además, suena el acordeón y, por supuesto, aparece la Bandera de La Concha.

El deporte ha rellenado muchos metros de celuloide y es un tema recurrente en la historia del cine, donde abundan las películas de deportistas, entrenadores o directivos reales o ficticios. El esfuerzo, la superación y todos esos atributos que se les suponen a los practicantes de determinadas actividades físicas han servido para hacer filmes sobre tenistas, futbolistas, atletas, patinadoras, jugadores de béisbol y fútbol americano e, incluso, hasta de universitarios de banco móvil, pero cuando se trata de banco fijo sus gestas se limitan al documental, un género que también ha recogido las vidas y hazañas de los grandes deportistas. Tampoco su competición estrella, la Bandera de La Concha, se ha prodigado en el cine de ficción aunque, lógicamente, tiene un espacio importante en los trabajos sobre remo editados hasta el momento.

En 2019 ha coincidido el estreno de dos largometrajes: “Ciaboga-Ziaboga”, una apuesta por las traineras de la cornisa cantábrica, y “Hondarribi-Arraunean”, que cuenta la historia del remo en el pueblo bidasoarra y está orientado a un ámbito más local.

“Ciaboga-Ziaboga" es el quinto documental de Iñaki Pinedo Otaola, un director que proviene del cine social –con títulos como “El hombre que murió dos veces”, “La escuela fusilada”y “Los otros Guernicas” – que tiene poco que ver con el mundo deporte. Esta vez pretende contar «lo que hay detrás de esas imágenes tan espectaculares de ETB en la retransmisión de las regatas; pero también lo que hace posible que catorce personas compitan y puedan tener, además, esa fuerza de atracción hacia otro montón de gente que les está viendo y lo está sintiendo. El remo transmite mucha intensidad. Estéticamente me parece un espectáculo muy bonito por los colores, las aficiones y la lucha de la trainera con el mar. Tiene una fuerza enorme y creo que conecta profundamente con la gente del norte. Personalmente, me emociona y quería transmitir ese sentimiento al público», asegura el cineasta bilbaino.

Su propuesta encaja en el direct cinema, contar las cosas con naturalidad, sin voz en off ni ningún tipo de narrador y construida a través de la memoria oral de más de una treintena de entrevistados entre los que destacan tanto los grandes nombres del remo como los anónimos. Los primeros llevan este deporte en la sangre y La Concha en la cabeza, así que durante los 72 minutos que dura la cinta la presencia y las alusiones a la cita por excelencia son frecuentes.

Entre otros, expresan sus ideas y cuentan anécdotas leyendas de este deporte como Antonio Oliden, propietario de 180 banderas y, junto a tres de sus hermanos, de una cuarta parte del total de banderas que se han puesto en juego en la bahía ya que entre los cuatro Oliden suman 33 triunfos; o coleccionistas de “kontxas” como José Luis Korta y Andrea Oubiña; o Jon Salsamendi a quién, cuando nació, su padre le inscribió antes en el club de Orio que en el Juzgado; o Joxemi Elduaien –exremero y presidente de Hondarribia– u Ohian Gozategi, perteneciente a una de esa sagas en la que el remo es monotema y un asunto de familia; sin olvidar a las viejas generaciones como el cántabro Luis Cortabitarte, a sus 94 años con la memoria intacta, o a las nuevas como Sara Valle, con 14 años durante el rodaje.

Pinedo, que para esta producción trabajó en el escenario de las regatas de Donostia durante tres ediciones consecutivas –de 2016 a 2018–, la recuerda como una experiencia difícil: «El rodaje fue complicadísimo por la cantidad de gente que había, el ruido, los movimientos y la intensidad. Estuvimos con dos cámaras y, mientras rodábamos, igual había cuatro o cinco txarangas tocando a la vez. Entraba una trainera, salía otra. La Concha emociona a todo el mundo y no me extraña. Son días en los que la gente está nerviosa, ilusionada y con la sensibilidad a flor de piel».

Muy del estilo del realizador bilbaíno, Pinedo encaja los testimonios y consigue lo que pretendía: un trabajo etnográfico. Para ello recurre, además de a los remeros, a historiadores, fotoperiodistas o gentes del entorno, que como Ramona Bedia habla de las marisqueras, que no sabían nadar pero sí remar. De esta manera, en el filme hay sitio para la historia, la cultura y para rescatar episodios menos conocidos como el atoaje, la maniobra de remolcar embarcaciones, que hace cuatro y cinco siglos practicaban las pasaitarras que guiaban remando a los barcos para que pudieran entrar al puerto mientras los hombres trabajaban en la mar. «La relación de las mujeres con el remo es antigua, aunque en la competición sea reciente», explica.

Pinedo ha invertido tres años en este proyecto que guardaba en el cajón desde hace quince. Con un equipo de catorce personas –curiosamente el responsable de documentación es Angel Obregón, historiador y expresidente del club de Santander, que ha vuelto a remar en la bancada de Deustu–, lo intentaron varias veces hasta que en 2016 pudieron arrancar tras una campaña de crowdfunding en la que participaron unas 70 personas. Sabían que el proyecto dependía de sumar aportaciones, no solo económicas, y lo han logrado porque la cinta posee un importante préstamo de material fotográfico y «de colaboraciones en especias, como que te lleven en su barco, además de una gran aportación humana».

“Ciaboga - Ziaboga” se ha rodado en castellano, aunque no por deseo de su director. «En principio, el documental estaba pensado para respetar el idioma en el que hablaran sus protagonistas: euskara, gallego, español y francés, sin olvidar el peculiar acento asturiano, y recurrir a los subtítulos mostrando esa riqueza cultural e idiomática. Pero al final, por falta de presupuesto fuimos a lo práctico. Tomar esa decisión me resultó muy duro, porque era uno de los elementos importantes».

Pese a que el cine documental tiene una salida comercial complicada, este largometraje se ha exhibido en cines, teatros, salas culturales, clubes e incluso museos de capitales y pueblos. Ahora espera cruzar el Atlántico para acercarlo «a Colombia, México, Chile, Argentina y México, donde el banco fijo es un gran desconocido, algo que forma parte de nuestro patrimonio y es tan potente como el mundo del remo».

La historia local. Integramente en euskara, con algunas intervenciones en castellano y subtítulos en este idioma, en “Hondarribia Arraunean”, Marcos Sodupe y Joseba Arozena cuentan la evolución del remo en los últimos 80 años en esa localidad costera, aprovechando el 50 aniversario del club local de remo. El filme recurre a la fórmula mixta de narrador y entrevistados, y se inicia con una declaración de intenciones: «Un viaje en el tiempo, la amistad, el deporte, la unión, las penas y las alegrías». Y así es, porque desde que el veterano Julián Lekuona introduce al espectador con un bertso, hay sitio para los impulsores de Hondarribia Arraun Elkartea, el banco fijo pero también el móvil, los comienzos de los remeros, sus olímpicos, las andanzas de la “Ama Guadalupekoa”, la primera regata de traineras femenina o las tragedias como la muerte de José Mari Sagarzazu, que en 1970 se ahogó cuando en un entrenamiento la embarcación se dio la vuelta. Los desafíos y las victorias, especialmente las de La Concha, coincidente en fechas con sus fiestas patronales.

Precedentes. En 1973, el navarro Joaquín Hualde realizó para el No-Do, el noticiero franquista que se proyectaba en las salas de cine, «Traineras del País Vasco». Alternando el blanco y negro con el color, las trikitrixas y el “Boga boga”, la voz de Matías Prats padre narraba un entrenamiento de la tripulación donostiarra a la que luego relataba reponiendo fuerzas a base de besugos y chuletas en el C. D. Esperanza. La voz del No-Do replicaba desde Portaletas: «¡Quién concibe un deporte vasco sin apuestas!», al tiempo que retransmitía el triunfo de Lasarte o las glorias de Orio presentando uno a uno a los aguiluchos con imágenes desde sus respectivos puestos de trabajo: «Lizarralde, especialista en reparar camiones; Sarasua, electricista; Zumeta atiende el caserío; Lertxundi, tallista en madera; Lekuona, tornero; Beristain, conductor de camiones de gran tonelaje; Arrillaga, delineante; Olasagasti, carnicero; el hermano del patrón Lizarralde, soldador; Gozategi trabaja en un astillero; Juaristi, capitán de pesca de altura; Redondo, ebanista; Irastorza, mecánico de coches y Agote, mecánico naval», dixit.

En 1980, Antton Ezeiza y Koldo Izagirre llevaron a cabo la serie “Euskara eta kirolak” en la que incluyeron tres cortometrajes “Euskara eta arrauna”, “Euskara eta mendia” y “Euskara eta futbola”, y en la que contaron con la colaboración de José Ángel Iribar. Esta trilogía está considerada la hermana menor de “Ikuska”, serie coordinada también por Ezeiza y ambas producidas por Bertan Filmeak. El director y crítico donostiarra pretendía resaltar el papel del euskara en el mundo del deporte vasco y eligió tres de las disciplinas más seguidas. Ezeiza firmó en solitario el correspondiente al remo, un documento en color de once minutos, con fotografía de Javier Agirresarobe y música de Mahler.

También en los 80, Gorka Reizabal realizó para TVE-País Vasco la serie “Gora Arraunak”, la historia del remo vasco en la que la Bandera de Donostia está muy presente. Realizada en castellano, los subtítulos los deja para Batista Oliden y sus homónimos a los que el periodista donostiarra entrevista en euskara.

Ya en 2002 se estrena el documental “Traineras”, dirigido por Eterio Ortega y producido por Elías Querejeta. Ortega elige Orio para explicar cómo se prepara la gran regata del Cantábrico a través de una saga integrada por abuelo, hijo y nieto.

Pero para acercarse a la faceta menos épica y más divertida de los remeros de la Liga Euskolabel y de las remeras de la Liga Euskotren, nada como “Lo que el Lojo no ve” –¡ojo! que no es errata– que anualmente recopila ACT TV en un programa de tomas falsas que rezuma frescura y simpatía.