Iraia Oiarzabal
Interview
ELENA/URKO

«Entendemos el deseo como algo construido. De ahí la importancia de construir nuevos deseos a partir de otro tipo de pornografía»

Su nombre es Elena/Urko y tiene una larga trayectoria en el activismo postporno y transfeminista. Nos pide que utilicemos el pronombre neutro en su caso, con lo que entramos directamente a presentarlx. Es unx de lxs fundadorxs de Post-Op, «uno de los primeros grupos del Estado español en empezar a trabajar en torno a las prácticas pornográficas disidentes, visibilizando cuerpos, sexualidades y prácticas no normativas».

Comenzamos preguntando sobre los imaginarios que hay en torno a la pornografía, si socialmente es bien entendida, así como sobre los peligros que pueda haber en torno a ello. Habla de concienciación y educación como herramientas básicas, pues de lo contrario el peligro está en que la pornografía sea la única herramienta de educación sexual y se vea como una realidad y no una ficción. En definitiva, que lo veamos sin una perspectiva crítica, sin tener conciencia de qué es lo que trasmite ese imaginario. «Creo que tenemos que tener herramientas para interpretar lo que vemos y no consumirlo sin más», expresa. 

Esto nos lleva a reflexionar sobre los conceptos con los que se asocia el porno, como la violencia o ciertos estereotipos. «Sí es verdad que el porno mayoritario o de consumo rápido perpetúa unos estereotipos de sexo, género y normalidad corporal, mostrando ciertos cuerpos como deseables y otros ignorándolos o mostrándolos como abyectos y monstruosos. Refuerza el binarismo de género y visibiliza ciertas prácticas e invisibiliza o dificulta el acceso a otras», explica. Frente a ello, destaca que hoy en día la oferta pornográfica es inmensamente amplia. «En las redes puedes encontrar de todo, incluido un porno que propone otras prácticas y otros cuerpos y que tiene una perspectiva crítica hacia el porno mayoritario. La clave está en generar otros imaginarios porque es difícil desear lo que no se ve. Entendemos el deseo como algo construido, por eso la importancia de construir nuevos deseos a través de otro tipo de pornografía», constata.

Unido a ello, también cree importante saber dónde consumir porno, qué tipo de plataformas o productoras se eligen. «Como consumidores de porno tenemos la responsabilidad de consumir porno éticamente. Es decir, en aquellos lugares donde sabemos que tienen unas condiciones económicas, laborales y de cuidados óptimas para sus trabajadoras. Así nos aseguraremos no estar contribuyendo a ningún tipo de explotación laboral», agrega.

También nos habla de la necesidad de impartir una educación sexual integral, más cuando, según explica, «el porno se ha convertido en la manera en la que se aprende a tener sexo». «Con las nuevas tecnologías, los jóvenes y niños llegan cada vez más temprano a la pornografía. Muchas veces el acceso a este imaginario llega antes de tener herramientas para codificarlo y poderlo interpretar críticamente», afirma.

Por ello aboga por una educación sexual más allá de la prevención de riesgos, «que les hable de consentimiento, de negociación, de cuidados, y que también les proponga otros imaginarios pornográficos que trasmitan unos valores que se salgan de los estereotipos y la aparente violencia no consensuada del porno mainstream».

Nuevas formas de deseo. ¿Y qué aportación puede hacer en todo esto la pornografía feminista? Para empezar, Elena/Urko nos indica que la pornografía feminista tiene en cuenta los deseos de los actores y actrices, son tratados con respeto y su trabajo es valorado y el ambiente de trabajo es sano, seguro y consensuado.

Desde lo visto y lo experimentado, defiende «una pornografía o más bien una postpornografía que por supuesto sea feminista pero que, también como hace el postporno y algún porno queer, centre su producción en visibilizar cuerpos olvidados por el porno mainstream o que han sido representados negativamente, cuerpos con diversidades funcionales, cuerpos gordos, cuerpos que se salen del sistema binario. Un porno hecho en primera persona y que proponga nuevos imaginarios corporales y, por supuesto, visibilice y amplíe prácticas». 

En un artículo publicado en “Transfeminismos, de placeres y monstruos”, Elena/Urko sostiene que el postporno es «intrínsecamente político». «Sabemos que con la pornografía nos están educando estratégicamente para perpetuar el heteropatriarcado, de forma que solo nos queda subvertirla y generar imaginarios en los que se muestren otros cuerpos, otras prácticas, otra relacionalidad, otros afectos. Sentimos que debemos poner el cuerpo para hacer deseable lo invisible», plantea. Y para ello aboga dar vía a quienes «muestran su sexualidad sin pudores ni tapujos, que muestran sus heridas de guerra, que muestran lo que la sociedad bienpensante les ha invitado a esconder». También aquel porno que «no solo busca la excitación sexual, sino que busca que esta excitación se produzca también a través del humor, la ironía y el discurso crítico».

Es hora de romper los tabúes, así lo cree estx activistx. Tabúes que cambian según el contexto, la cultura y la etapa vital de cada cual, pero que en cualquier caso condicionan nuestra forma de entender la sexualidad. En este punto, se centra en «la sexualidad de los cuerpos que son leídos como cuerpos enfermos, así como la sexualidad de los cuerpos con diversidades funcionales, que en muchos casos se les es negada, tanto en los centros donde en muchos casos no pueden tener relaciones, como a quienes no pueden tener acceso a su propio cuerpo por temas de movilidad. La figura del asistente sexual es clave y debería estar reconocida. Entendiendo esta figura como alguien que te ayuda a tener acceso a tu cuerpo. Creo que tener una autonomía sexual es un derecho», apostilla.