Xandra Romero
SALUD

La cesta de enero

Estrenamos mes y con él llega la temida cuesta de enero, que, tras el periodo navideño de excesos de comida, alcohol y demás gastos, se hace mucho más inclinada, si cabe. Está claro que es importante ahorrar, sin embargo, un 41,2% de la población ha modificado sus pautas alimentarias para economizar. Este recorte en el gasto alimentario supone, en algunos casos, el camino hacia hábitos alimentarios poco saludables que pueden favorecer diversidad de enfermedades.

Con el objetivo de economizar, hemos disminuido el consumo de cereales, verduras y hortalizas, que se sitúa por debajo de las recomendaciones. En cambio, el de lácteos, pescados, carnes procesadas y congeladas, huevos, grasas, dulces y embutidos es mayor de lo recomendado. Así que, de un tiempo a esta parte, nos hemos ido alejando mucho más del patrón de dieta saludable, de la dieta mediterránea rica en verduras, hortalizas, frutas, cereales y pescados que, tal y como quedó demostrado con el estudio Predimed, previene y mejora enfermedades como la obesidad, la hipertensión arterial, la diabetes, la hipercolesterolemia y otras cardiopatías.

En cambio, nuestra cesta de la compra se ha llenado de productos precocinados ricos en azúcares y grasas, carnes y pescados procesados, y un sinfín de productos menos nutritivos (menor densidad de nutrientes, como vitaminas y minerales) y ricos en calorías.

Por lo tanto, desde luego es importante ahorrar, pero también hacerlo de una forma correcta, que permita cubrir las necesidades nutricionales y asegure una dieta equilibrada.

Para ello, es importante conocer qué alimentos son básicos en nuestra alimentación diaria y que, por tanto, deben representar la base de nuestra cesta de la compra, y cuáles no son necesarios, de manera que podemos prescindir de ellos logrando un ahorro considerable. Antes de nada, debemos tener en cuenta las necesidades nutricionales de los integrantes de la familia. Es decir, si esta solo está formada por personas adultas sanas, quizá deberíamos saber que no necesitamos proteína a diario, ni siempre en forma de carne o pescado. Si, por el contrario, hay niños en casa, entonces las necesidades proteicas son diarias, pero igualmente no es necesario un aporte único a partir de carnes o pescados.

Las proteínas también están en los lácteos, como la leche de vaca, el yogur natural y el queso sencillo, que aporta además calcio, y que conforman una alimentación completa a un precio asequible. El huevo es otro alimento proteico barato que podemos consumir a menudo.

Por último, la proteína vegetal, y no hablamos de tofu, sino de un plato de legumbres con arroz, que hace que la proteína de la legumbre sea de mayor calidad nutricional.

Finalmente, en esta cesta económica no deben faltar verduras y frutas de temporada (más económicas), arroz y pasta, conservas de carne, pescado y fruta (en su jugo), frutos secos y eso sí, aquí es preciso no guiarnos solo por el precio y añadir el aceite de oliva. En cambio, es aconsejable evitar precocinados, procesados, cereales de desayuno, bollería industrial, etc.