Gloria LATASA
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El lenguaje del viento

Los meteorólogos que realizan las previsiones en un servicio meteorológico son conocidos como predictores. Si no existiera una coordinación entre todos ellos, los diferentes partes podrían ser más difíciles de entender y de «traducir» para la toma de nuestras decisiones. Con el fin de que su mensaje sea «estable» en su significado, en el caso de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), debe ajustarse al Manual de términos meteorológicos.

El trabajo de los predictores consiste en definir el valor más probable previsto para diversos parámetros: nubosidad, fenómenos significativos, temperatura y viento. Para ello, utilizan un lenguaje normalizado con respecto a la probabilidad, intensidad y distribución espacial y temporal de dichos parámetros. En el caso del viento, predicen su dirección y velocidad.

La dirección deben expresarla mediante la rosa de los vientos, sin abreviaturas: norte, noreste, este, sureste, sur, suroeste, oeste y noroeste. También utilizan términos como VRB –variable– y levante y poniente para el caso de Gibraltar.

La velocidad (media) la expresan en km/h. Cuando lo creen necesario, indican la velocidad instantánea, conocida como «racha» (desviación transitoria con respecto al valor medio). Otros términos que utilizan son «régimen de brisas» y «vientos en calma». Califican un viento «en calma» cuando sopla a velocidades inferiores a 5 km/h. Flojo, entre 6 y 20 km/h. Sin adjetivos (anteriormente «moderado», desechado por confuso), entre 21 y 40 km/h. Fuerte, entre 41 y 70 km/h. Muy fuerte, entre 71 y 120 km/h. Y huracanado, a más de 120 km/h.

Las rachas sólo las adjetivan si son superiores a 70 km/h. Las consideran muy fuertes cuando superan o van a superar esos 70 km/h, y huracanadas, cuando rebasan los 120 km/h.

Otros términos que utilizan son rolar o girar (cambio de dirección), «tender a» (VRB que evoluciona), aumentar o arreciar (a intervalo superior) y disminuir o amainar (a intervalo inferior). En montaña, un viento por encima de 60-80 km/h hace que la ascensión se vuelva peligrosa.