Jon ORMAZABAL
Pelota

Por viejo que por diablo

Berasaluze II-Zubieta jugarán la final tras controlar la embestida de un enorme José Javier Zabaleta.

BERASAL.-ZUBIETA 22

EZKURD.-ZABALETA 15


«Pablo diablo, aurten bai» rezaba una enorme pancarta colocada en el rebote del Astelena y, tras superar otra vez toda clase de calamidades, el de Berriz estará el día 26 en el Bizkaia para terminar esa final que se le rompió hace dos años. Y va a ser verdad eso que dicen que sabe más el diablo por viejo que por diablo, ya que la mayor experiencia y saber afrontar este tipo de partidos fue la clave para que los veteranos se llevaran el partido y, con ello, el pase a la final.

El duelo de ayer partía con una enorme incógnita en torno al estado de las manos, especialmente la zurda, de Aitor Zubieta que, sin todo el tiempo que hubiera deseado para preparar el partido, cuajó una de sus más sobresalientes actuaciones. Y el trabajo de ayer del de Etxarri tiene especial mérito, porque difícilmente se puede jugar más de lo que lo hizo ayer Zabaleta.

Si parece que no hay ningún tipo de dudas en torno a que Oinatz Bengoetxea ha sido, suceda lo que suceda el día 26, el mejor delantero del Parejas, el de ayer se pudo tomar como un tipo de examen para nominar al mejor zaguero y Zubieta, con sus dudas, no le perdió la cara a un excelso Zabaleta en ningún momento, lo que es mucho decir.

Sucedió que, con sus limitaciones, Pablo Berasaluze supo acompañar mucho mejor a su zaguero que un Joseba Ezkurdia al que le volvió a suceder algo muy similar a lo de siete días antes Bengoetxea-Untoria. Saltó voluntarioso pese a la tensión del partido el de Arbizu, pero un par de errores minaron su confianza y perdió toda la fe en sus remates, hasta diluirse y conformarse con trabajar, defenderse y cortar alguna que otra pelota entre sus rivales.

Y no fue por falta de oportunidades, porque Zabaleta sacudió de lo lindo a la pelota con sus dos manos, pero los recursos ofensivos de Ezkurdia se limitaron a conectar alguna potente volea de vez en cuando, insuficiente para desbordar a los veteranos, que sabían que sus opciones pasaban por resistir.

Enorme Zabaleta

Además contaron casi desde el principio con la ventaja que da el verse por delante en el marcador, ya que pese a ser dominados constantemente en el peloteo, eran los colorados los únicos que encontraban huecos para terminar el tanto (9-3).

Sin embargo, Zabaleta no estaba por la labor de dejar pasar la opción de jugar su segunda final y, prácticamente solo, tomando incluso responsabilidades en ataque como en el dos paredes del 10-7, se encargó de nivelar el marcador (11-11).

Pero en solitario no fue capaz de romper la defensa de un Zubieta muy sobrio, que incluso arrimó mucha pelota a pared izquierda, y ahí radicó el gran mérito de Berasaluze II-Zubieta, en no doblar la espina ante la exhibición ofrecida por el zaguero de Etxarren, que terminó fundiéndose y desesperándose tras haber logrado adelantarse 11-13.

El cansancio hizo mella en su golpe, Pablo Berasaluze comenzó a encontrar las pelotas francas que no había tenido en todo el partido y el diablo de Berriz las aprovechó todas para alcanzar su segunda final y tratar de terminar ese trabajo que se le quedó a medias hace dos años con aquella grave lesión.

Rico IV-Larunbe, de rebote

La experiencia también fue clave en el Promoción, y Arretxe-Apraiz lograron el pase a la final de Rico IV-Larunbe en un despropósito empresarial (22-5).