Dabid LAZKANOITURBURU

Los kurdos salvan a Turquía de sí misma

Tras 13 años de triunfos de victorias cada vez más arrolladoras del AKP, y justo cuando un ensoberbecido Erdogan se veía como sultán neotomano desde la Sublime Puerta de su Palacio de un millar de habitaciones y un centenar de baños de Ankara, han tenido que ser lo «turcos de las montañas», epíteto con el que el Estado turco negaba a los kurdos su condición, los que han bajado para reinstaurar el sentido común en Turquía.

No han sido los kemalistas del CHP, ni mucho menos los panturcos y antiguos lobos grises del MHP. Ha sido el DHP de Demirtas, el «Obama kurdo», el que ha mandado parar. Porque que nadie se engañe: ha sido el Kurdistán, con su apoyo masivo al HDP –sin olvidar el apoyo de cientos de miles de electores turcos– el que ha impedido una nueva mayoría absoluta del AKP. Los kurdos han salvado a Turquía y al AKP de su propia deriva. Ahora falta que el partido islamista saque las conclusiones oportunas. Si lo hiciera el proceso de diálogo con Oçalan cobraría un impulso decisivo. Los kurdos han vuelto a demostrar su generosidad. Y su condición de únicos paladines de la libertad en toda la región, desde Turquía a Irán, pasando por Siria e Irak.