GARA
ITSASU

En el Errobi no quieren oro, sino preservar sus valles

Los habitantes de la cuenca del Errobi prefieren el verde de sus valles al brillo del oro o, mejor dicho, a los estragos que acarrearía una eventual explotación de las antiguas minas si el Gobierno francés concede finalmente el permiso de excavación solicitado por Sudmine.

Un colectivo de vecinos ha comenzado ya a movilizarse para, en primer término, informar a la población de las consecuencias de este tipo de minería, organizar la oposición al proyecto y preparar iniciativas en tal sentido si lo consideran necesario. Ayer mismo tuvieron la primera reunión pública en Itsasu.

La cuestión empezó a plantearse en otoño, cuando el prefecto consultó a las municipalidades de Ainhoa, Kanbo, Ezpeleta, Haltsu, Itsasu, Jatsu, Larresoro, Sara, Senpere, Zuraide y Uztaritze sobre su posición respecto al proyecto minero que pretende, gracias a que las nuevas técnicas y maquinarias lo permiten, realizar prospecciones para extraer el oro que queda en los vestigios de las minas a cielo abierto que fueron explotadas en la antigüedad. Todas ellas se manifestaron en contra del proyecto.

Los ayuntamientos no son los únicos que se han mostrado preocupados por el tema. Sylviane Alaux, diputada socialista de la circunscripción, ha hecho partícipe de los recelos locales a la propia ministra de Ecología, Ségolène Royal, a la que ha transmitido un informe completo para que los técnicos de su gabinete lo analicen. La senadora del mismo partido, Frédérique Espagnac, también ha interpelado al ministro de Economía sobre las intenciones que tiene el Gobierno en relación con el permiso de explotación.

Suelo agrícola en peligro

Otras entidades como el Instituto Nacional del Origen y la Calidad (INAO) o el Ministerio de Agricultura también han emitido una opinión desfavorable al proyecto, toda vez que consideran que supondría «un consumo importante de espacios agrícolas y dañaría la producción y la imagen de las denominaciones de origen en un sector en el que los productores son muy numerosos y explotan áreas pequeñas y difíciles debido, en particular, a la urbanización».

Sin embargo, estos posicionamientos podrían no ser suficientes para que el Gobierno rechace las pretensiones de la compañía privada Sudmine. Otras minas de este tipo están ya explotándose en Bretaña o en el Limousin.

En las minas que fueron explotadas por los romanos dos siglos antes de Cristo en los aledaños del Errobi habría todavía oro «aunque en pequeña cantidad», según ha manifestado a Mediabask la arqueóloga del CNRS Béatrice Cauuet, muy molesta con Sudmine porque ha utilizado sus investigaciones sobre esos vestigios para presentar su proyecto «como si yo trabajara para ellos».

Cauuet precisa que explotaciones de este tipo (a cielo abierto) son «desastrosas» porque requieren movimientos de tierra ingentes (una tonelada de tierra para recuperar, como máximo, 9 gramos de oro), cantidades enormes de agua, crear canteras que implican esparcir piedras y barro por todo el terreno, etc. Además, por lo que ha constatado en minas que ha estudiado en Rumanía y Bretaña, las compañías nunca recubren el terreno perforado porque les resulta demasiado costoso para obtener rentabilidad.

La especialista comprende los temores de los contrarios al proyecto, que saben que, una vez que los sondeos son autorizados, la concesión de la explotación es prácticamente automática debido a que el artículo 54 del código minero les reconoce el derecho de continuación.