Dabid LAZKANOITURBURU

Debilidades para fortalecer la reconciliación

No es la primera vez que la ANP (Al Fatah) y Hamas anuncian un acuerdo de reconciliación. Pero todos los anteriores fiascos no eluden, –al contrario, refuerzan–, la necesidad de que las dos grandes familias políticas palestinas acaben de una vez por todas con estrategias fratricidas que agudizan aún más el drama de la población ocupada.

Ambas partes han llegado a este enésimo proceso de negociación con grandes síntomas de agotamiento, debilidad que, paradójicamente, podría hacer que, necesidad manda, está vez fuera la vencida.

El desenlace de las revueltas árabes y el convulso escenario geopolítico en la región ha dejado a Hamas huérfana de apoyos internacionales. Eso sin olvidar la utilización del sufrimiento de la población gazatí como herramienta de presión . Y no solo por parte de Israel sino también de Egipto y, recientemente, de la propia ANP.

Pero tampoco esta vive sus mejores tiempos. Con su líder natural Marwan Barghouti prisionero de por vida, la atonía política de Mahmud Abbas va de la mano de su impopularidad. Al punto de que sea quien sea a quien nombrara sucesor, tendría difícil, por no decir imposible, ganar unas elecciones. Y también nota el aliento del nuevo faraón egipcio en la nuca. El mariscal y presidente golpista Abdelfatah Al-Sissi, junto con sus aliados del Golfo, tiene en Mohamed Dahlan a su «hombre en Palestina» y no dudará en intentar imponerlo tarde o temprano. Antes en caso de un nuevo fracaso

Ahí es donde entra en juego el tacticismo de Hamas, un movimiento bastante pragmático, pese a que tantos análisis normalmente demonizadores lo nieguen.

Y no solo porque no sería descartable que se repitiera el sísmico triunfo electoral islamista de 2006. De momento, Hamas ha decidido hacerse a un lado para no seguir desgastándose en una Gaza convertida en un infierno humanitario. Le pasa la patata caliente a la ANP mientras, en paralelo, coquetea con Dahlan. Intenta ganar tiempo. El que ya no tiene Abbas.