Pablo L. OROSA
arbiska
Interview
CHRIS OGWAL
CORONEL DE LA MISIÓN DE LA UNIÓN AFRICANA EN SOMALIA

«En el momento en el que la Amisom se retire, Al-Shabab volverá a atacar Mogadiscio»

El coronel Chris Ogwal lidera el contingente ugandés de la Misión de la Unión Africana en Somalia (Amisom) desplegado en Arbiska, en pleno valle del Shabelle, donde las fuerzas de Al-Shabab continúan reagrupándose. Expulsados de Mogadiscio, los yihadistas han encontrado en esta región un nuevo bastión desde el que planear su ofensiva.

La primera vez que Chris Ogwal acudió a Somalia, la batalla contra Al-Shabab se libraba todavía en la capital. «Entonces la situación era mucho peor», asegura. Los enfrentamientos eran «diarios». Cara a cara. Hoy, seis años después, los yihadistas ya no ocupan Mogadiscio, pero su derrota dista mucho de ser una realidad. Más allá del atentado que dejó más de 500 muertos el pasado mes de octubre, la milicia radical dibuja una amenaza creciente: ha reagrupado sus fuerzas y recuperado la ciudad de Bariire, a tan sólo 45 kilómetros de la capital.

A Ogwal, ya convertido en coronel tras su paso por Sudán del Sur y la República Democrática del Congo, le corresponde ahora liderar el custodio de Mogadiscio. Su destacamento, el batallón XXI desplegado en Arbiska, es la primera línea defensa de la Misión de la Unión Africana en Somalia (Amisom) contra los ataques de los milicianos de Al-Shabab.

¿Ha cambiado mucho la situación desde la primera vez que estuvo en Somalia?

Drásticamente. Cuando llegué a Somalia había muchos combates. Los enfrentamientos eran diarios, también aquí en Arbiska. Hoy esta zona es segura. Al-Shabab se ha retirado, se ha escondido, pero continúa ahí, en los alrededores. Su principal arma hoy son los explosivos (los conocidos como improvised explosive device (IED).

Aun así, la labor de sus tropas en el país continúa siendo muy peligrosa.

(Nos encontramos en la base avanzada de Arbiska, a algo menos de 30 kilómetros de Mogadiscio, un punto clave para controlar los accesos a la capital) Lo es. Cada día tenemos que limpiar varias decenas de kilómetros. Es un trabajo muy peligroso, especialmente porque en muchos casos estamos ciegos –sin ninguna información– y nuestros hombres salen a patrullar ahí fuera expuestos a los ataques con explosivos y a las emboscadas. Afortunadamente, están preparados para hacerles frente.

¿Cuenta Al-Shabab con el apoyo de la población?

Al-Shabab son los hijos de esta tierra. Este es su territorio –el espacio que hoy ocupa la Amisom en Arbiska fue durante un tiempo un campo de entrenamiento de los yihadistas–. Aquí es donde han vivido siempre.

Y eso, entiendo, dificulta su relación con los civiles aquí.

Algunas veces los residentes en la zona nos dan información, nos dicen lo que están tramado… Pero también es verdad que nos pueden traicionar. Al final todo esta relacionado con la pobreza que reina aquí. Cuando nos vayamos, ellos van a seguir aquí. Entonces, ¿por qué iban a acudir a nosotros si saben que nos vamos a ir y tendrán que rendir cuentas a Al-Shabab?

Sus tropas, soldados ugandeses, están arriesgando su vida por ellos. ¿Se sienten rechazados por los civiles somalíes, cree que agradecen su labor en el país?

Sí, sí lo hacen. En Uganda hay 400.000 refugiados somalíes; nuestras tropas están aquí porque queremos ofrecerles un país en paz para que puedan volver a sus casas.

En un informe reciente, Naciones Unidas alertaba de la creciente utilización de niños soldados por parte de Al-Shabab. ¿Se han topado sus efectivos con menores durante sus enfrentamientos?

Hasta ahora nuestras tropas no se han enfrentado con niños soldados, pero sí es cierto que Al-Shabab utiliza a los chicos para recabar información. Puedes ver que aquí, alrededor de la base, hay muchos niños. Niños que cuidan el ganado, niños que vienen a pedir agua o asistencia sanitaria… Muchos de ellos se relacionan con nuestros soldados –de hecho, muchos soldados llaman por su nombre de pila a los chicos–. Al-Shabab lo sabe y trata de conseguir información a través de ellos.

Y la Policía, ¿cómo es la relación de la Misión de la ONU con las fuerzas de seguridad somalíes?

Hay un pequeño destacamento policial aquí –un grupo de jóvenes, sin uniforme y con escasa formación que controlan un checkpoint entre las localidades de Lafoole y Arbiska– con el que la relación es, por lo general, buena, aunque cuando surgen problemas o incidentes con nuestros convoyes tratan de sacar beneficio pidiéndonos dinero.

Después de una década de intervención militar, Al-Shabab continúa sin ser derrotado. Algunas voces han vuelto a sugerir la posibilidad de buscar una salida dialogada al conflicto…

Somalia necesita una solución. Particularmente creo que es necesario un diálogo de alto nivel.

Y eso encaja con la decisión de la Amisom de comenzar a retirar las tropas este año.

Esa es una decisión política. Nosotros estamos aquí para acatar lo que se decida, pero desde mi punto de vista, en el momento en el que la Amisom se retire Al-Shabab se hará más fuerte y volverá a marchar sobre Mogadiscio.

De hecho, Al-Shabab continúa rearmándose en las zonas rurales de Lower Shabelle…

(A principios de año, las tropas gubernamentales con el apoyo de fuerzas de EEUU recuperaron Bariire, uno de los bastiones de Al-Shabab, aunque semanas después abandonaron la ciudad, que permanece de nuevo bajo dominio yihadista). Ocurre que liberamos la zona, las ciudades de Janale o Barawa, o Bariire con el Ejército somalí, pero no tenemos tropas suficientes para mantenerlas libres, así que cuando nuestros soldados se retiran, Al-Shabab vuelve a tomar la zona.