Natxo MATXIN

De Xota a Osasuna Magna: dos décadas de crecimiento imparable en la elite

Tal día como hoy, pero de hace 20 años, el por entonces MRA Carsal Xota hacía historia, consiguiendo el ascenso a División de Honor, un punto de inflexión en la trayectoria del conjunto de Irurtzun, que no ha parado de crecer deportivamente desde entonces.

Aquella hazaña no fue tarea nada fácil, rememoran dos de sus protagonistas, Imanol Arregi y Leandro, jugadores en aquel momento y ahora técnicos del primer equipo y del que milita en Tercera, respectivamente. A los verdes les había costado nada menos que otras dos décadas –Xota echó a andar en 1978– llegar al más alto nivel del fútbol sala estatal, un sueño del que no han despertado hasta ahora.

A priori, la temporada 1997-98 no parecía la más propicia para lograr el ansiado objetivo, pero los resultados positivos se fueron encadenando, hasta lograr ser los campeones en la categoría de plata –«solo perdimos un partido y fue en Burlada», recuerda Imanol– y disfrutar del privilegio de tener a favor el factor cancha en la fase de ascenso, algo que después se revelaría como decisivo. Máxime cuando su rival, el Gáldar canario, vapuleó a los de Irurtzun en el primer partido de tres que constaba la eliminatoria final. «Nos metieron un repaso importante, pero sabíamos que jugar en Irurtzun era prácticamente sinónimo de derrota para nuestros adversarios», recapitula el ahora entrenador de Osasuna Magna.

Así ocurrió, aunque no sin agobios. El pabellón Itxesia reventó sus gradas –hubo que poner algunas supletorias– para llevar en volandas a los suyos en los dos encuentros restantes. «Había un ambiente impresionante y estoy convencido de que subimos por eso», relata Imanol Arregi, que en aquel momento se manejaba bajo los palos del equipo verde y al que, a falta de pocos minutos para la conclusión del tercer y definitivo envite, se le salió el hombro, lo que no fue impedimento para que Xota se impusiese por un resultado ajustado de 5-4, lo que desató la euforia en la localidad navarra.

Una filosofía familiar

Buena parte de aquel éxito se fundamentó en la singular filosofía familiar del equipo. Leandro pone como ejemplo su propio caso. «Estaba en Maspalomas, pero había permanecido lesionado durante dos meses y un tanto alicaído en mi ánimo. Siempre había jugado en Primera, pero me ofrecieron venir seis meses a plata y acepté. Cuando llegaron las Navidades, los tres de fuera no podíamos irnos a casa, así que la familia Arregi nos invitó a comer y cenar con ellos, yo estaba flipado, era todo muy acogedor». Tanto, que ni él mismo hubiera pensado entonces que se asentaría en Nafarroa profesionalmente una vez retirado de las canchas.

Tampoco nadie hubiese dado un duro por que la escuadra navarra permaneciese al más alto nivel de exigencia durante los siguientes veinte años. «Son temporadas que se recuerdan con mucho cariño, pero en las que también lo pasamos muy mal. Las dos siguientes a ascender nos salvamos muy justos, hubo varios entrenadores, pero en la que más sufrimos fue la que ganamos a domicilio en Zaragoza, que también se jugaba la permanencia. En toda la campaña solo habíamos ganado un partido fuera de casa y repetimos cuando más falta nos hacía», explica Imanol Arregi al respecto.

La pregunta es: ¿Queda algo de aquel espíritu? «Por supuesto, la humildad, el trabajo, el sacrificio, el contagiar el espíritu verde –enumera Leandro–, todo eso continúa ahí. El club ha tenido que ir buscando diferentes escenarios y ahora mismo Anaitasuna se llena en cada encuentro, luego algo bueno se estará haciendo. El aficionado sabe que los colores están representados en la junta, el banquillo y los capitanes».

Sin embargo, el fútbol sala ha variado de manera considerable en estas dos décadas. «Está claro que todos los equipos se han ido profesionalizando cada vez más, están mucho mejor preparados en lo que se refiere al apartado físico y hay mucha mayor intensidad», analiza Imanol. Coincide en ello Leandro: «Antes los grandes jugadores destacaban por la técnica y la táctica, se jugaba un poco al estilo balonmano, con transiciones defensa-ataque mucho más lentas».

Tras dos décadas en la élite, al cuadro de Irurtzun le falta la guinda de un título, después de haberlo rozado hasta en dos ocasiones. «Se trata de un reto muy complicado, porque para ello hace falta profundidad de banquillo y luchamos contra presupuestos muy superiores, pero lo seguiremos intentando». Estamos seguros de que así será.