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MADRID

El ministro de Cultura de Sánchez dimite por defraudar a Hacienda

El impacto de imagen tras formar un Gobierno con una amplia mayoría de mujeres y con figuras que acallaron las reacciones de la oposición le ha durado poco a Pedro Sánchez. Solo una semana después de que fuera nombrado ministro de Cultura, Màxim Huerta tuvo que dimitir para minimizar los daños que podía ocasionar mantenerlo en el cargo tras conocerse que fue sancionado por defraudar a Hacienda 218.000 euros.

Solo una semana después ser anunciado como ministro de Cultura del Gobierno español, el escritor y presentador de televisión Màxim Huerta dimitió ayer, tras conocerse que defraudó a Hacienda 218.000 euros.

Huerta explicó en nueve minutos de comparecencia sin preguntas que había decidido dimitir para que no se mine el proyecto de Pedro Sánchez, «pensando en la cultura y en la transparencia» y «consciente de que la inocencia no vale de nada ante esta jauría», en referencia a las críticas por el fraude a Hacienda desvelado por el digital “El Confidencial”

La información de este medio explicó que Huerta fue sancionado a abonar 366.000 euros a Hacienda por 218.000 euros que dejó de pagar en 2006, 2007 y 2008, cuando trabajaba como presentador de televisión.

Según el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, Huerta declaraba a través de una sociedad, lo que permitía tributar menos que si lo hubiera hecho como renta personal con el IRPF, una conducta «voluntaria y culpable» en la que no se podía apreciar «buena fe en orden al cumplimiento de sus obligaciones fiscales».

El ya exministro de Cultura también usó esa sociedad para declarar como gastos de su actividad artística la compra y el mantenimiento de un apartamento situado en la costa de Alicante. Sin embargo, él alegó que el problema con Hacienda se debía a un «cambio de criterio» por parte del fisco.

La polémica desencadenada en los medios de comunicación españoles, donde ya se apuntaba la dimisión, solo se vio algo diluida por la noticia del cese de Julen Lopetegi como seleccionador. Mientras, Huerta, tras acudir a primera hora de la mañana al Palacio de la Moncloa, declaraba en varios medios que sus obligaciones tributarias estaban «al corriente», que era «asunto cerrado» y que no pensaba dimitir porque eran hechos anteriores a su condición de ministro. Indicó que no le comunicó a Sánchez antes de su nombramiento porque era «una cuestión privada» y él había asumido sus «responsabilidades».

Fuentes del Gobierno daban por buenas las explicaciones hasta que comenzó a difundirse un vídeo de una entrevista de Sánchez en televisión, grabada en 2015, cuando era líder de la oposición, en la que se comprometía a echar a cualquier miembro de su equipo que se descubriera que hubiera creado una sociedad con el fin de pagar menos impuestos de los correspondientes.

Minimizar daños

Tras varias reuniones con el presidente y con un sector del PSOE temiendo que el mantenimiento de Huerta acabara causando un daño irreparable a un Gobierno que se había marcado como objetivo prioritario la «regeneración democrática» frente a la corrupción del PP, la opción fue minimizar daños.

A las 19.00, Huerta anunciaba que «hay momentos en los que uno tiene que retirarse y yo amo la cultura», si bien insistiendo en su inocencia.

No importa –dijo– que no haya cometido ningún fraude fiscal, «lo que importa es el bombardeo que busca minar el proyecto de regeneración y de transparencia del presidente Sánchez. Y no voy a permitirlo».

Reiteró que cometió las irregularidades fiscales «como tanta gente de este país» al «facturar a través de una sociedad. Y no era ilegal en ese momento», aunque admitió la multa. «He pagado la multa dos veces. La primera fue la que Hacienda me pidió con efectos retroactivos por hacer algo que no era ilegal en su tiempo; y ahora, aquí, por segunda vez, consciente de que la inocencia no vale de nada ante esta jauría», y concluyó citando a Lope de Vega: «Me voy para no partirme yo».

El ministro que llegó con la imagen de una figura proveniente del mundo más frívolo de la televisión y ajeno al mundo del deporte, solo tuvo tiempo de tomar una única decisión: solicitar a la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) la información relacionada con la votación de los estatutos que serán sometidos a votación el próximo 21 de junio.

 

José Guirao, un gestor de espacios culturales

José Guirao tomará posesión hoy del cargo de ministro de Cultura y Deporte en sustitución de Màxim Huerta. La Presidencia del Gobierno español indicó que el nuevo ministro afronta su nombramiento con ilusión y añadió que «no ha hecho otra cosa» en su vida que dedicarse a la cultura. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, subrayó que Guirao «tiene un perfil y currículum incontestables». «Un apreciado y reconocido gestor cultural, un hombre solvente y creativo al frente del Ministerio de Cultura y Deporte. Tenemos mucho trabajo por delante», señaló Sánchez. Su perfil contrasta con el de su sucesor. Nacido en 1959 y licenciado en Filología Hispánica, Guirao fue responsable del área de Cultura de la Diputación de Almería en los años ochenta. En junio de 1988 fue nombrado director general de Bienes Culturales de la Consejería de Cultura y Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, hasta que fue nombrado director general de Bellas Artes y Archivos del Ministerio de Cultura, cargo que ejerció de 1993 a 1994, y director del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (1994-2001). Entre 2001 y 2014 estuvo al frente de la Casa Encendida, un espacio cultural de Madrid perteneciente a la desaparecida Caja Madrid y, tras su transformación, a la Fundación Montemadrid, que presidía ahora. GARA