Joseba VIVANCO
SEMIFINAL

Esta Francia huele a la del 98

FRANCIA 1

BÉLGICA 0


Esta Francia huele a campeona. A la del 98, su Mundial. Fiable, seria, competitiva, sólida atrás con un enorme portero y defensa más que solvente, un N’Golo Kante de apagafuegos, una estrella confirmada como Griezmann, una en ciernes presta para dar el salto como Mbappé, y hasta un delantero que no ve puerta, como Giroud emulando a Guivarch, aquel ariete del 98 entre Henry y Trezeguet que no firmó ni un gol y hoy se dedica a vender pavimento para piscinas. La Francia de Deschamps ya está en la final, la tercera. Con otro gol a balón parado, como se adelantó ante Uruguay, otra vez sin encajar en su portería, con destellos individuales al servicio de un colectivo. Finalista en un duelo que respondió a las expectativas, precioso, de ida y vuelta, de llegadas, de ocasiones, de excelsos futbolistas e infranqueables guardametas. Una bella puesta en escena francobelga que entre tanto kilate en las botas se resolvió de cabeza. Bélgica cayó, con la cabeza alta, dejando su impronta en Rusia 2018.

620 kilómetros de frontera común, 25.000 franceses que diaramente se desplazan a Bélgica a trabajar y, al revés, unos 5.000 belgas que hacen el camino inverso, socios comerciales preferentes, incluso Eden Hazard reconoce que al menos un 1% de Francia corre por sus venas porque fue en las inferiores del Lille en donde empezó a forjar la magia que atesora con un balón en los pies. Esa misma que guillotinó durante los primeros veinte minutos de semifinal al joven lateral Pavard, criado como él en la cantera de Les Dogues, una de las más rentables del continente. Veinte minutos para Hazard y sus diabluras desde la banda, y veinte minutos para que al otro lado del círculo central, el veterano Vertonghen sufriera en sus propias carnes al desequilibrante Mbappé. Sendos uno para uno que se antojaban clave pero no decantaron el marcador hacia ninguna parte, en un primer tiempo pletórico de ritmo –ni una sola falta hasta la media hora– pero huérfano de goles.

Dominó de salida Bélgica aupada en la magia de Hazard y la luz de De Bruyne, hasta que el pequeño gran Kante se adueñó de la zona media y el aleteo de Griezmann se sintió en el resto de su equipo. Lloris, a remate de Anderweireld, y Courtois, a otro de Pavard, ayudaron al 0-0. Empate que, como en tantas y tantas ocasiones este Mundial, se rompería en la estrategia. Apenas seis minutos de la segunda mitad, Griezmann saca un córner y Umtiti se adelanta al primer palo para enviar a la red. De ahí al final, una Bélgica volcada, la tuvo Fellaini, casi Witsel, Hazard se echó al equipo a las espaldas rubricando su gran Mundial, ahogándose igual que su selección cerca de la orilla. Francia sigue adelante, con su pragmatismo y rocosidad, la Bélgica de Roberto Martínez se va a casa después de divertirnos y ganarse al aficionado neutral.

Aquel 1998 fue un gran año para Francia... Nació un chaval de nombre Kylian Mbappé, uno de los nombres propios de esta Copa del Mundo en la que Francia huele a aquella de 1998.