Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Marisa en los bosques»

Alicia en el País de los Madrides

Para empezar he de reconocer que “Marisa en los bosques” es una película que me ha dejado bastante descolocado, por lo que tal vez vaya a cometer errores de apreciación en su comentario. Me he hecho un lío con sus referencias culturales, tanto con las cinéfilas como con las melómanas, ya que no me encajan en la actual generación de treintañeros que protagonizan esta crónica madrileña que elude el naturalismo y al final se decanta por el realismo mágico. Sí entiendo la muy oportuna inclusión de la canción de Mursego “Eusnob”, pues a pesar de ser importada vale para cualquier ambiente intelectual urbanita. El resto se me escapa más, sobre todo la inclusión de las imágenes mudas de Lillian Gish, que me pareció que pertenecían al clásico de Griffith “Broken Blossoms” (1919), y que ha sido conocido con los títulos de “Lirios rotos” y “La culpa ajena”. Asimismo hay detalles de lecturas como la revista “Rockdelux”, en un número en cuya portada creí reconocer a Ian Curtis de Joy Division. Todo esto mezclado con referencias ochenteras a Pedro Almodóvar y McNamara, o aquella discusión de pareja en que se pelean por un vinilo de Vainica Doble y un single de Sonic Youth, que ha llamado la atención a otros colegas de la crítica cinematográfica.

Debe de ser que lo vintage se impone en el Madrid hipster, o que las grandes ciudades representan una amalgama de capas temporales que se superponen unas a otras. Esté fuera del tiempo o no, la prota vive su particular crisis de los 30 como una forma de extraña huida del contexto social en el que le ha tocado moverse, y así termina por encontrar su refugio imaginario en un parque que se convierte en el bosque mágico.

Todo es muy teatral, debido a que tanto el autor debutante en el cine Antonio Morales, como su actriz Patricia Jordá, y el resto del reparto con Carmen Mayordomo como la actriz que más me ha gustado, proceden de la escena del off madrileño.