Víctor ESQUIROL
«Rojo»

Historia de la violencia

A Benjamín Naishtat algunos le descubrimos en 2014, en el Festival de Cine de Berlín. El certamen alemán se la jugó buscando un hueco a este debutante, por aquel entonces. En la Competición por el Oso de Oro apareció, como de la nada, una película titulada “Historia del miedo”. Una producción argentina... pero con alma griega. En aquel momento, recordemos, aún nos estábamos recuperando del descubrimiento (o del boom) de Yorgos Lanthimos, y claro, los grandes certámenes iban en desesperada búsqueda de réplicas de aquel nuevo enfant terrible.

Total, que el hombre fue víctima de las siempre odiosas comparaciones. Yo estaba ahí, en serio, y el pobre fue pasto de los –viejos– leones de la crítica. Fue una injusticia, por cierto, porque para ser aquello una ópera prima (conviene no olvidarlo) ya venía cargada de un poder perturbador que ya quisieran muchos para su cine.

Y sin hacer mucho más ruido, el hombre se plantó en la 66ª edición de Zinemaldia con su tercer largo, el que, lo digo ya, debería servir para consagrarle y, aún más importante, para que las comparativas cambiaran de sentido. A partir de “Rojo”, la referencia debería ser él.

Apuntemos, mientras, el título de otra firme candidata a la Concha de Oro. Una película que nos sitúa en la Argentina de 1975, en un pueblo de provincias cuyo aislamiento geográfico para nada va a apartarle de las convulsiones que están a punto de vivirse en el país.

Con aire extrañado y filia malévola por la desnaturalización de las relaciones humanas, Naishtat firma un notable ejercicio de intriga en el que la violencia late en cada gesto, en cada mirada y en cada frase. Sirve como revisión –alegórica– de una Historia bañada en sangre y ahogada en el fondo del mar... Pero sobre todo, sirve como aterradora mirada a nuestro yo más salvaje. Al más violento.