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DONOSTIA

La historia que una imagen antigua nos puede contar

Las viejas fotos de un boticario nos trasladan al Tolosa del siglo pasado. Retratos y paisajes de su entorno cercano componen la nueva exposición de Photomuseum. Al margen de la belleza de las fotografías, tienen un valor documental por la información que aportan.

photomuseum
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Francisco Elósegui Limousin fue el boticario de Tolosa, pero además de atender la farmacia, heredada por su padre, era aficionado a la fotografía, arte al que dedicaba gran parte de su tiempo libre. Especialmente se centraba en su entorno cercano, por lo que su fondo, que se guarda actualmente en el archivo municipal de su localidad, sirve para echar la vista atrás y leer, en imágenes, un pasado no tan pasado.

Photomuseum de Zarautz acoge desde el martes la exposición temporal “Francisco Elósegui Limousin. Retratos y paisajes de Gipuzkoa 1936-1957” que toma prestadas sus imágenes.

En ella han querido mostrar las dos facetas del fotógrafo. Por un lado, la vertiente artística de sus imágenes, compuesta por retratos, paisajes y bodegones, en los que destaca la composición y la luz. Y por otro, y conservando el contexto en el que nacieron, han querido traer hasta la actualidad «la valiosa e interesante parte documental de su fondo fotográfico: pueblos y paisajes guipuzcoanos que el fotógrafo recorrió en sus excursiones» entre los años 1930 y 1954 aproximadamente, tal y como fue concebida y tratada en su archivo personal.

Y es que tal y como explica la comisaria de la exposición, Elisa Querejeta Casares, «tenía la sensibilidad necesaria para hacer buenas fotografías, buscar el encuadre y la luz adecuada en ese motivo, para posteriormente revelarlas y archivarlas con precisión, anotando los datos en un índice o en un pie de foto». Por todo ello, considera que «ambas cosas: sensibilidad e importancia del archivo fotográfico quedan reflejadas en esta exposición en dos apartados diferenciados, que nos permiten valorar la imagen artística por una parte, y la imagen como documento de archivo por otra».

Junto a ello, el trabajo realizado por el fotógrafo aficionado nos permite ahora «acercarnos a los tipos y paisajes de Tolosa y Gipuzkoa en los años que median entre el fin de la guerra civil y el despegue económico de los años 60, reflejo de una fotografía a tener en cuenta en ésta época».

Con la cámara al cuello

Quienes conocieron al fotógrafo recuerdan que «siempre iba con una cámara» de las marcas Leica, Mamiya o Yashica. «Y con ellas, fotografió a sus hermanas en multitud de ocasiones y los paisajes que se observan desde el magnífico mirador del que disponía la casa: la subida a Izaskun, el Tinglado, el río; y en sus excursiones, los paisajes de Aralar y los alrededores, que abarcan toda la provincia de Gipuzkoa», apuntan desde Photomuseum.