Ingo NIEBEL
Colonia

La CDU prepara la era post-Merkel

Una docena de candidatos aspira a relevar a la canciller, Angela Merkel, al frente de la CDU. Pero sólo tres de ellos reúnen realmente las condiciones para acceder a la Presidencia. Los aspirantes han empe- zado esta semana a presentarse ante las bases.

La Unión Demócrata Cristiana (CDU) elegirá a su nueva Ejecutiva en el congreso que celebrará en Hamburgo los próximos 7 y 8 de diciembre. A consecuencia de los pésimos resultados obtenidos en las elecciones generales a lo largo de 2017 y, en último caso, en las regionales de Hesse en octubre, Angela Merkel ha decidido no presentarse a la reelección aunque sí quiere seguir siendo canciller de la Gran Coalición, formada con su socia bávara, la Unión Social Cristiana (CSU) y con el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) hasta finalizar la legislatura en 2021. Que lo consiga dependerá de muchos factores y quizá, ante todo, de que su partido se lo permita o no.

Independientemente de quién de los tres candidatos favoritos a la sucesión sea quien dirija la CDU, Merkel, en calidad de jefa de Gobierno, dependerá al cien por cien de la buena voluntad de su formación. Antes de renunciar la reelección, la canciller ya perdió en parte a su grupo parlamentario cuando se atrevió a votar al candidato alternativo al que había propuesto su presidenta.

Con Ralph Brinkhaus, los diputados de la CDU en el Bundestag han iniciado su propia emancipación respecto a Merkel, quien en 2002, recién elegida para liderar la CDU en 2000 y siendo todavía líder de la oposición, desbancó a Friedrich Merz de este puesto. Cuando en 2005 inició su primera legislatura, para la que formó la primera Gran Coalición con la CSU y el SPD, la actual canciller colocó a su hombre de confianza, Volker Kauder, quien se encargó de mantener el grupo a raya hasta que fue reemplazado por Brinkhaus.

En diciembre, este panorama se va a repetir a nivel de la formación política. A partir de entonces, Merkel tendrá que ponerse de acuerdo tanto con el grupo parlamentario como con la nueva Ejecutiva de la CDU. Fue ella la que en su día dijo que «la Cancillería y la Presidencia del partido tienen que estar en las mismas manos».

Quizá el mejor escenario para la canciller, aunque tal vez no para la CDU, sea que la actual secretaria general, Annegret Kramp-Karrenbauer, apodada AKK por los suyos, le sucediera como presidenta. En torno a las elecciones regionales de Hesse del pasado 28 de octubre, hubo una encuesta sobre Merkel que reflejaba una mayoría favorable a que ella siga siendo la canciller de Alemania en unos momentos como los actuales de agitación en el tablero internacional, pero que al mismo tiempo se inclinaba también por que fuera otra persona la que dirigiera el Gobierno.

AKK, Merz y Spahn

Annegret Kramp-Karrenbauer se parece a su presidenta en su apariencia, tranquila y pausada. Tal vez por eso las malas voces le llaman la «mini-Merkel». De hecho, la exministrapresidenta del País de Sarre debe su cargo a la todavía presidenta. No obstante, en la actual carrera por el liderazgo en la CDU se desmarca un tanto de su jefa. En la primera conferencia regional, como denomina la CDU sus encuentros con las bases, el jueves en Lübeck, AKK manifestó en relación a la acogida de más de un millón de refugiados: «Desde el otoño de 2015 mucha gente duda de que si aún somos el partido de la seguridad ciudadana». Y durante la reunión recibió un fuerte aplauso.

Igual de sonoro fue el aplauso que los congregados dieron a su rival Friedrich Merz. El abogado se fue al «exilio interno» cuando Merkel le quitó el liderazgo del grupo parlamentario hace 16 años. Aunque se ha hecho millonario trabajando para la empresa de gestión de inversiones estadounidense BlackRock, considera que sigue perteneciendo «a la clase media alta». Merz cuenta con el apoyo de buena parte de las bases del partido y también de la economía alemana. En Lübeck no sólo evitó de atacar a Merkel sino que incluso la defendió. Pero a pesar de las simpatías de las que goza, Merz tiene que operar con cuidado porque él es su peor enemigo: al trabajar para BlackRock se ve salpicado política aunque, por ahora, no legalmente por que la empresa esté involucrada en los casos de evasión fiscal conocidos como Cum-Cum y Cum-Ex. Hace dos semanas, la Fiscalía mandó a registrar las oficinas de BlackRock en Alemania, pero subrayó que no investiga a Merz.

El tercer favorito en la carrera por el control de la CDU es el actual ministro federal de Sanidad, Jens Spahn. Aunque criticó abiertamente a Merkel –o precisamente por eso– la canciller le incluyó en su actual Gabinete. Spahn sigue por este camino queriendo adelantar a sus dos adversarios por la derecha criticando la acogida de refugiados. A Merz le echó en cara su ausencia en los últimos años y a AKK su rechazo al «matrimonio para todos». «Yo me casé con mi marido en diciembre. Me afecta personalmente si ahora se compara nuestro matrimonio con el incesto o la poligamia», indicó en alusión a la secretaria general. En Lübeck, quiso hablar de su «conservatismo moderno», pero se equivocó repetidas veces a la hora de pronunciar este término.

En la ciudad portuaria, AKK y Merz evitaron el ataque directo y parece que a las bases les gusta este estilo aunque ninguno de los tres aspirantes ha presentado por ahora un programa concreto. Las encuestas muestran a ambos como los dos favoritos que se van a batir por la Presidencia mientras que Spahn se quedaría al margen. Sin embargo, los sondeos no de sirven mucho porque la palabra final no la tendrán los afiliados de la CDU, sino los 1.001 delegados que los comités regionales enviarán a Hamburgo.