Kiko Moraiz
Economista
GAURKOA

Theresa May y el Teorema de Imposibilidad

El pasado miércoles conocimos el texto del borrador que recoge el acuerdo del Brexit. Este acuerdo ha sido rechazado por casi todos los sectores de la política, incluso por ministros del gabinete de May que lo habían aceptado previamente en una sesión maratoniana en Downing Street. Es probable que no se apruebe en el Parlamento y es fácil entender por qué. Lo que no es fácil es adivinar que va a pasar en los próximos días o, tal vez, semanas. Mi opinión es que, a pesar del rechazo inicial, el acuerdo saldrá adelante, probablemente con algunas modificaciones puesto que la negociación todavía no ha terminado.

Este acuerdo ha llegado mucho más lejos de lo que se podría esperar. La UE se ha conformado con garantizar unos mínimos que incluyen una salida ordenada que no ponga en peligro las relaciones comerciales, un mecanismo que descarte una frontera física en Irlanda y evitar que el Reino Unido escoja «a la carta» los acuerdos comerciales y las regulaciones entre las dos partes (algo que crearía un precedente problemático para otros socios de la UE).

La UE ha propuesto incluir todo el Reino Unido en una unión aduanera como parte del backstop, un mecanismo para evitar los controles fronterizos en caso de que los futuros acuerdos comerciales no encontrasen una solución que garantizara la libre circulación entre los dos territorios en Irlanda. En el futuro, este acuerdo permitiría a Irlanda del Norte continuar beneficiándose de acceso directo a los dos mercados y todos los derechos europeos y británicos para sus ciudadanos. Tanto es así que los escoceses y galeses preguntan porque no pueden ellos tener las mismas ventajas.

El resto del acuerdo es bastante favorable para el Reino Unido. Hay que tener en cuenta que en quinientas páginas solo se pueden trazar las líneas generales. Francia ya ha formulado objeciones en el tema del cambio climático y la pesca. España ha pedido el veto en el tema de Gibraltar. Habrá modificaciones pero no creo que el principal problema esté entre los miembros de la UE.

Todos están contra May pero desde polos muy opuestos. Los brexiters porque prefieren dejar la UE sin acuerdo (No Deal). Los unionistas irlandeses del DUP también prefieren el No Deal a dar un solo paso hacia una mayor integración con Irlanda. Estos dos grupos se oponen al acuerdo de forma visceral. La corriente oficial del laborismo se opone porque quieren forzar unas nuevas elecciones. Y otros grupos se oponen porque quieren forzar un nuevo referéndum. Este es un grupo no muy amplio que está formado por representantes de Escocia, Gales y Londres, el conjunto del partido liberal y parlamentarios de los partidos laborista y conservador.

La situación es una paradoja democrática que el premio Nobel de Economía, Kenneth Arrow, explicó de forma elegante en su Teorema de Imposibilidad. Dadas las preferencias de estos tres grupos ha sido imposible para May encontrar un acuerdo para el bien común. Así que todos se han apresurado a decir que no lo ratificarán en el Parlamento. ¡Pero cuidado! Si no es este acuerdo… ¿Cuál?

La estrategia de los Brexiters es clara. Primero han intentado derrocar a May. Habrá que esperar unos días más pero no parece que hayan conseguido las 48 firmas que establecen las normas del partido conservador para desafiar su liderazgo. Una estrategia alternativa es rechazar este acuerdo y cualquier otro hasta que se agoten los plazos y el Reino Unido deambule en el sonambulismo político hasta el No Deal. Con esta estrategia corren graves riesgos puesto que podrían provocar la convocatoria de un referéndum o el adelanto de elecciones y perderlo todo.

Los laboristas tienen una llave para salir de este laberinto, pero no lo van a usar hasta que no hayan agotado todas las posibilidades de convocar nuevas elecciones. Su estrategia es forzar unas elecciones, pero si no lo consigue tendría que decidir entre el No Deal y el acuerdo de May.

Los partidarios de un referéndum están en una posición parecida al laborismo. Pueden rechazar este acuerdo, pero corren el riesgo de que, en vez de un nuevo referéndum, los plazos se acaben y gane el No Deal.

La próxima cumbre de líderes de la UE es el 25 de noviembre. May necesita el acuerdo en esta cumbre y luego ratificarlo en el Parlamento. Varios medios de comunicación han analizado la tendencia de voto de diferentes grupos de parlamentarios y solo dan entre 180 y 250 de los 320 necesarios. Según este recuento May perderá la votación.

Si esto ocurre, el Partido Laborista promovería una moción de confianza o, tal vez, May podría hacerlo ella misma pare recuperar su autoridad. Los rebeldes que seguramente votarán en contra de May en la ratificación del acuerdo puede que no deseen unas nuevas elecciones y voten a favor de May en la moción. Incluso si la moción prospera, no significa un adelanto automático de las elecciones. Los conservadores tendrían 14 días para promover una nueva primera ministra. Esto supondría una demora que podría agotar los plazos y precipitar la salida de la UE.

La única forma de forzar las elecciones es que lo apoyen dos tercios de la cámara. Requiere que no hubiera otra solución para que laboristas y conservadores hicieran causa común y evitar el Hard Brexit. O que el DUP haga un acuerdo tácito con los Laboristas para forzar el modelo de Noruega. Para ello tendrían que votar en contra de todas las propuestas legislativas en Westminster. Esto crearía una situación insostenible, un juego peligroso para todas las partes.

Alternativamente, si el acuerdo no es ratificado por el Parlamento, May podría convocar un referéndum. Un referéndum necesita nueva legislación y el apoyo de la cámara por mayoría simple. Hay que convencer a menos parlamentarios para apoyar un referéndum que para convocar unas nuevas elecciones. Esto también necesitaría una extensión del periodo de negociaciones.

Hay un factor interno que también hay que tener en cuenta. Echar marcha atrás es técnicamente posible pero no es fácil. Otro referéndum (o la retirada del artículo 50) desprestigiaría el proceso democrático. En el Reino Unido la voluntad popular se toma en serio. El Brexit ganó el referéndum y eso pesa mucho. Aunque hay muchas razones para apoyar una segunda consulta, también hay que tener en cuenta que no respetar el resultado enajenaría a una buena parte de la población que sería difícil de recuperar.

May lo tiene difícil pero mi pronóstico es que, si todos actúan racionalmente, la propuesta de May terminará por seguir adelante. Hay una mayoría social en contra del Hard Brexit y los políticos lo saben. Un segundo referéndum podría ganar al Brexit, pero tiene grave contraindicaciones. La única opción que funcionaria es una alianza de los laboristas y el DUP para promover nuevas elecciones y promover el modelo noruego en el que permanecerían dentro del mercado único, solucionando el problema irlandés.

Es muy probable que May pierda el voto de ratificación. Pero si juega bien las cartas, primero neutralizará a los Brexiters. Luego utilizará la posibilidad de un No Deal y el posible adelanto de las elecciones a su favor. El siguiente paso sería bloquear las demandas de nuevas elecciones. Si logra todo esto, el Partido Laborista no tendrá más remedio que apoyar el acuerdo o arriesgarse a un Hard Brexit por defecto. Por su parte, la UE tendría que neutralizar demandas de última hora como la de España pero le conviene esperar para no encontrarse con un Hard Brexit.

May tiene una estrategia ganadora. El resto de las opciones son posibles, pero tienen menos posibilidades de éxito. La cuenta atrás ya está en marcha, la presión va en aumento y todo puede pasar. Todo menos una cosa, ya lo dijo