Ana Barrena Arellano, Itziar Munarriz Salamanca y Carlos Otxoa Barricarte
Asociaciones memorialistas Autobús de la Memoria y Amapola del Camino
KOLABORAZIOA

La retirada permanente

En los primeros días del mes de febrero se cumplirán 80 años del exilio masivo de personas por la frontera francesa, conocido como La Retirada, huyendo de la represión de los golpistas militares y del fascismo español.

El 5 de febrero de 1939, después de dejar pasar únicamente a la población civil, las autoridades francesas permiten la entrada en su territorio a combatientes, previo su desarme e internamiento en campos de concentración. Se calcula que entraron unas 465.000 personas hasta el 10 de febrero.

Se construyeron nuevos campos de concentración, eufemísticamente llamados «centros de acogida», entre ellos el de Gurs donde ubicaron a los vascos incluyendo a los navarros, unos 6.000 en total.

Mientras el interior del Estado español se convirtió en una prisión, el masivo exilio forzado incluyó a población civil, mujeres, menores, personas ancianas, junto con combatientes republicanos, comunistas, anarquistas, sindicalistas... como una parte más del genocidio llevado a cabo por los militares golpistas y la dictadura que le siguió. Sin que en estos 80 años ningún gobierno del Estado español haya pedido perdón, o realizado acciones de reconocimiento de Verdad, Justicia o Reparación, imponiendo a través de una fraudulenta transición, la amnesia, la negación del genocidio cometido y, por lo tanto, evitando la condena de régimen instaurado por los golpistas, garantizando su impunidad, preservando sus instituciones y la monarquía, borrando de la memoria colectiva todo vestigio de lo que significó la segunda república.

Para recordar aquella tragedia humana se han organizado a ambos lados de la frontera diversos actos simultáneos, por parte de asociaciones memorialistas en colaboración con instituciones públicas.

Es importante recordar y poner sobre el tapete aquella barbaridad cometida por quienes tenían como ideario construir una España única, católica y capitalista, en donde sobraban todas las personas desafectas al régimen. Pero también es necesario sacar a la luz el paralelismo que existe entre las personas refugiadas de 1939 y las de hoy día. Es más, La Retirada, el movimiento de personas que huyen por causa de la guerra, de la represión, del hambre, de las persecuciones religiosas, de raza u orientación sexual… ha estado presente en todos estos años y se da en la actualidad.

En estos momentos estamos asistiendo a la mayor crisis de personas refugiadas de la historia, sobre todo en Europa, y se responde levantando muros, centros de internamiento masivo, recortando derechos y libertades.

Las políticas migratorias de la Unión Europea, tendentes a no respetar los derechos de las personas, no hacen sino alentar los discursos de la extrema derecha y les facilita una audiencia de masas entre sectores golpeados por la crisis económica.

La emigración no será un acto libre mientras exista la miseria, la ausencia de derechos y la desigualdad abismal entre el centro y la periferia.

Por eso, el recuerdo de La Retirada de 1939, nos debe ayudar a lanzar una mirada al presente y constatar la existencia de una Retirada Permanente contra la que es preciso movilizarse. Mirar al pasado para ver el presente. No quedarnos en un ejercicio de nostalgia, sino utilizar la memoria para enfrentarnos a las injusticias del presente. Darnos cuenta de que se trata de la misma batalla; la de los derechos humanos; la de las libertades democráticas. Que el enemigo es el mismo: el sistema capitalista. Y que ayer como hoy necesitamos unir las luchas por los derechos de las mujeres, de las personas migrantes, de las pensionistas, de las jóvenes, de quienes no tienen trabajo, de las explotadas, de las marginadas por sus opciones sexuales, de las que luchan por el derecho a vivienda y a una vida digna… para derrotar a quienes hoy como ayer atentan contra los derechos humanos.