Agustín GOIKOETXEA

UN LIBRO DISECCIONA 82 AÑOS DESPUÉS LA BATALLA DE LEMOATX

«Lemoatx 1937. La última victoria del Ejército Vasco» es el título del libro publicado por el Consistorio de Lemoa y Aranzadi en el que se profundiza en los trabajos del primer yacimiento arqueológico contemporáneo vinculado a la guerra de 1936.

Tras años de arduo trabajo ha visto la luz el libro donde se documenta todo lo descubierto en torno a la batalla de Lemoatx, uno de los hitos de la resistencia de las fuerzas que defendieron a las instituciones republicanas y al Gobierno Vasco frente a los golpistas. Gracias a este ejercicio de recuperación de la memoria histórica se logra dar una visión global e integradora de lo qué sucedió del 29 de mayo al 12 de junio de 1937 en las semanas previas a la caída de Bilbo en manos de los fascistas.

La publicación comienza por el análisis histórico del que fue uno de los episodios bélicos claves en el transcurso de la guerra de 1936. Ochenta años después, gracias a la iniciativa puesta en marcha por el Ayuntamiento de Lemoa, a partir de 2011 se fue investigando, recuperando y poniendo en valor las trincheras construidas semanas antes de la batalla por Eusko Gudarostea para defender ese punto estratégico. No ha sido una tarea sencilla, ya que el paso del tiempo y la acción de la naturaleza las fueron ocultando, dejando tan solo a la vista del ojo experto el pequeño rastro de lo que se podría llamar las cicatrices de la resistencia. Para desentrañar los entresijos del sistema de fortificación ha sido fundamental la labor de investigación de la Sociedad de Ciencias Aranzadi.

La fortificación de Lemoatx se hizo del 17 al 22 de mayo de 1937, a cargo del 8º batallón de Ingenieros de Eusko Gudarostea, conocido informalmente como batallón Azkatasuna y creado por ANV en abril de aquel año contando con 842 gudaris. Fueron protagonistas de la defensa de ese enclave estratégico los batallones jeltzales Martiartu y Simón Bolívar; el UHP de las Juventudes Socialistas Unificadas y el Malatesta de la CNT, que conformaban la 4ª Brigada; la 6ª Brigada, integrada por el batallón comunista Rosa Luxemburgo, el de filiación republicana ugetista Baracaldo-Martínez de Aragón, el Amuategui de Juventudes Socialistas Unificadas y el jeltzale Rebelión de la Sal; y la 15ª Brigada compuesta por los batallones Fulgencio Mateos y Pablo Iglesia de la UGT, Rusia de las Juventudes Socialistas Unificadas y el jeltzale Sukarrieta. Asimismo, participaron otros batallones, como los jeltzales Saseta e Irrintzi; el Dragones de Juventudes Socialistas Unificadas; el de Carros Ligeros de Euzkadi, de Eusko Gudarostea; junto con voluntarios asturianos y cántabros.

De los sublevados combatieron en Lemoatx militares de la 2ª Brigada de Montaña de Lizarra, los tercios de requetés Oriamendi, San Ignacio y Nuestra Señora del Camino, junto con la 4ª Bandera falangista Navarra, apoyados desde el aire por la Legión Condor alemana y la Aviazione Legionaria italiana.

Restos de milicianos exhumados

Por medio del trabajo de arqueología, además de descubrir y consolidar las estructuras de las trincheras gracias a la labor de los jóvenes voluntarios que participaron en campos de trabajo, en varias campañas se ha recuperado material bélico (casquillos, peines, fusiles, cartuchos, balas, granadas, obuses o morteros) y utensilios para la vida cotidiana (un abrigo, una txapela, botellas, peines, latas de comida, cucharas, platos o retazos de periódicos).

Sin duda, el hallazgo más importante fue la exhumación de los restos de milicianos llevado a cabo por el equipo de Aranzadi. En mayo de 2011, en una fosa de la ladera de Pardomendi, se hallaron unos restos humanos; en octubre de 2014 se produjo una segunda exhumación, pudiéndose identificar que se trataba del miliciano socialista barakaldarra Hilario Blanco Reguero; y en mayo de 2016, en la fosa de San Antolin, se recuperaron restos de tres individuos, dos de ellos combatientes asturianos.

Lemoatx es además un hito de la memoria franquista de la guerra en Euskal Herria, una contienda donde hubo muchas bajas. Por este motivo destaca el mausoleo realizado en el campo de batalla por el régimen franquista, donde se encuentra un pequeño santuario, una gran cruz y un vía crucis, construidos en homenaje a los rebeldes caídos. Ahora, las instituciones intentarán transformar la memoria de este lugar y convertirlo en un lugar para el recuerdo de todas las víctimas, no solo de los fascistas.