Josu MONTERO
Escritor y crítico literario

Kafkiana

La exitosa y bellísima “Ordesa”, según su autor, Manuel Vilas, es una declaración de amor a sus padres muertos. Busca retrospectivamente en sus vidas, busca comprenderlas y amarlas. En estas páginas está presente el orgullo y la reivindicación de las clases medias bajas, de los nadie, de los que padecieron e hicieron la historia pero no pasaron a ella. En una recepción en el Palacio Real por el Cervantes a Juan Goytisolo a la que es invitado, se pasma ante los retratos sucesivos de la saga Borbón, ¡y él que no tiene ni una mala foto de sus abuelos! Mantener la memoria de los padres muertos.

«Justamente entre los muertos vive la verdad y lo hace de una forma luminosa, no de una forma triste o lamentable, sino con una declarada alegría incluso», escribe Vilas. Reivindicar la memoria de los desheredados de la historia es lo que hizo Camus en su última inacabada novela, “El primer hombre”: ante la tumba de su amado padre, caído entre cientos de miles en los terribles campos de la I Gran Guerra. Los padres de Vilas, esa generación de los nacidos en los años 30, a los que el dinero y la cultura les fueron vetados, y a pesar de eso supieron ser felices, y también muy infelices.

Aunque nunca la leyó –además no la habría entendido–, el padre de Vilas compró inexplicable y enigmáticamente la obra completa de Kafka en dos tomos. Muchos años más tarde fue el hijo quien desprecintó y leyó esos libros. Desde entonces le han acompañado en cada mudanza. Pero nada tienen que ver “Ordesa” ni “El primer hombre” con la “Carta al padre” de Kafka. Son precisamente todo lo contrario.