Los miembros del ultraderechista Partido de la Libertad (FPÖ) en el Gobierno austríaco anunciaron ayer por la tarde su salida de la coalición que mantenían desde diciembre de 2017 con el derechista Partido Popular (ÖVP) del canciller, Sebastian Kurz, en protesta por la destitución del responsable de Interior, Herbert Kickl. Si hace 17 meses los dos partidos prometieron un nuevo estilo de hacer política, alejado de los conflictos internos que durante años lastraron las sucesivas grandes coaliciones entre conservadores y socialdemócratas, ayer se confirmó que ese experimento está, de momento, acabado.

El FPÖ cumplió así su amenaza de salir del Ejecutivo minutos después de que Kurz anunciara que pediría el cese de Kickl para asegurar una investigación transparente del escándalo de corrupción que ha provocado la convocatoria de elecciones anticipadas en setiembre.

El escándalo, y la consiguiente crisis política, estalló con la difusión el viernes de un vídeo filmado con cámara oculta en 2017 en Eivissa, en el que se veía al dimisionario vicecanciller y líder de la formación ultra, Heinz-Christian Strache, mostrándose dispuesto ante la representante de un oligarca ruso a conceder contratos públicos a cambio de financiación ilegal.

Kurz justificó ayer la destitución del titular de Interior en que Kickl era secretario general y tesorero del FPÖ cuando se grabó el vídeo.

El canciller opinó que Kickl debería haber dimitido, para despejar cualquier duda sobre posibles intromisiones en la investigación. «Creo firmemente que lo que necesitamos ahora es transparencia completa y total y una aclaración independiente», afirmó.

El FPÖ tiene cinco ministerios en el actual Gobierno en funciones con el ÖVP: Interior, Defensa, Exteriores, Transportes y Sanidad. Esas carteras serán asumidas ahora por expertos o altos funcionarios, según había previsto Kurz antes de que la dimisión de los ministros ultraderechistas se hiciera oficial.

La ultraderecha bajo presión, a tres días del 26M

Los partidos ultraderechistas estaban ayer en el punto de mira en la Unión Europea (UE) tras una serie de escándalos, como el «caso Ibiza» en Austria, que rearmaron a las fuerzas europeístas a tres días de las elecciones a la Eurocámara.

Los comicios se anunciaban como una batalla entre europeístas y populistas euroescépticos y de extrema derecha, que, según sondeos, ganarían los primeros pese al gran avance de los otros. La difusión del vídeo del austríaco Heinz-Christian Strache, que le llevó a dejar el liderazgo del FPÖ e hizo saltar por los aires la coalición de Gobierno en Austria, y al mostrar que estas fuerzas no son impermeables a la corrupción podría poner en peligro su objetivo de convertirse en tercera fuerza por delante de los liberales –impulsados por la Liga de Salvini y la Agrupación Nacional de Le Pen– y condicionar la política de la UE.

Las últimas proyecciones daban a Europa de las Naciones y de las Libertades (ENL), que aúna a la ultraderecha de varios países, una progresión de los 37 a los 62 escaños de un hemiciclo de 751, aunque podría tener más incorporaciones.GARA