Dabid LAZKANOITURBURU

El nivel de participación determinará el alcance del auge ultra en Estrasburgo

La participación, en caída libre en las europeas, será un termómetro que decidirá el alcance del avance ultraderechista la UE. De ahí el llamamiento por parte del establishment contra la abstención y por una coalición que, vista la crisis de los dos grandes bloques (matizada en Holanda), podría incluir a liberales y hasta a verdes en un cordón sanitario.

Los europeos están llamados estos días a las urnas en una cita en la que el establishment político busca que un incremento de la participación, que se hundió hasta el 42,% hace cinco años, frene el anunciado avance de la extrema derecha, que ya irrumpió con fuerza en 2014, y permita la formación de mayorías europeístas, previsiblemente ampliadas, en plena crisis existencial de la Unión Europea.

La cita arrancó el jueves en Gran Bretaña y Países Bajos, país este último donde los sondeos a pie de urna son un bálsamo para ese plan. Por contra, la dimisión de la primera ministra británica, Theresa May viene a recordar a la UE que la cuestión del Brexit sigue ahí, como una amenaza al proyecto «europeo».

Irlanda y la República Checa tomaron ayer el testigo. Hoy votan Letonia, Malta y esolovaquia. El resto de los Veintiocho, la mayoría, lo hacen mañana.

Como primer elemento, las elecciones van a servir para calibrar la pujanza real de la amalgama de formaciones ultraderechistas, que ya están en el gobierno en algunos países de Europa (Italia); son la principal fuerza de oposición en otros (Finlandia, Holanda); un contrapoder en algunos (Estado francés) o acaban de llegar a la política tras salir de la vieja estela de la derecha homologada (PP-Vox en el Estado español).

Todo ello sin olvidar a Austria, donde la coalición de gobierno derecha-extrema derecha acaba de saltar por los aires tras el montaje-escándalo de corrupción del líder ultra y vicecanciller Heinz-Christian Strache.

Los partidos ultras podrían ocupar hasta un tercio de los escaños aunque la clave será su capacidad para formar un gran bloque. Un grupo requiere un mínimo de 25 diputados, procedentes de al menos una cuarta parte de los Estados miembros.

El ministro de Interior italiano y líder de la Lega, Matteo Salvini, ha logrado una alianza ultra que engloba a la RN de Marine Le Pen, al PVV del holandés Geert Wilders, y a Alternativa para Alemania (AfD).

El grupo de Visegrado

El magma de partidos que amenazan desde posiciones patróticas y xenófobas al actual modelo de construcción europea no se agota en las formaciones que podríamos englobar bajo el término de neofascistas. Así, habrá que prestar atención a los resultados de las formaciones en el poder en varios países del este y que confirman el Grupo de Visegrado (Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia). Todas comparten la desconfianza hacia el poder en Bruselas y el celo por su soberanía junto con el rechazo frontal a la inmigración.

Por lo demás, sus posiciones políticas difieren y, en los casos polaco y húngaro, como mínimo flirtean con la extrema derecha. No obstante, el PiS polaco ha rechazado el emplazamiento de Salvini –aduce para ello la admiración de la extrema derecha hacia el presidente ruso, Vladimir Putin–. El Fidesz del primer ministro húngaro, Viktor Orban, no ha aclarado sus intenciones y coquetea con el líder italiano tras haber sido suspendido temporalmente por el Partido Popular Europeo. Su decena larga de eurodiputados puede ser decisiva tanto para la alianza ultra como para el PPE.

Y es que, en paralelo, las encuestas ya dan por hecho que ese auge ultra acabará con la tradicional hegemonía de los grandes bloques del Partido Popular Europeo (PPE) y de los Socialistas y Demócratas (S&D) –aunque los mismos sondeos auguran que seguirán siendo las fuerzas más votadas–.

Liberales y Verdes

En este sentido, gana terreno la posibilidad de que el establishment político invite a los liberales del grupo ALDE e incluso a los ecologistas para ampliar su coalición y establecer un cordón sanitario ante el avance de la extrema derecha.

El presidente francés, Emmanuel Macron, es el abanderado de esa idea. Y es que su supervivencia política va en ello. No en vano Le Pen le aventaja en las encuestas –el entonces FN ya ganó en el 2014–.

Por de pronto, el grupo ALDE aspira el domingo a recuperar la tercera posición que perdió en el Parlamento hace cinco años.

Por lo que toca a los Verdes, la actualidad de lucha contra el cambio climático les está dando centralidad. Ayer mismo, y a convocatoria del movimiento 'Fridays for Future', inspirado por la adolescente sueca Greta Thinberg, miles y miles de jóvenes volvieron a salir a la calle para denunciar la inacción de los gobiernos y de la UE.

El ímpetu, más cualitativo que cuantitativo, podría consolidar a los Verdes en Estrasburgo, y podría convertirlos en árbitros del juego político.

Pero, sin duda alguna, todas estas perspectivas pasan por lograr revertir la curva descendente en participación en las europeas que, desde el 62% de 1979, sigue en caída libre. Y es que una baja participación no solo dejaría vía libre a la oleada ultrareaccionaria en Europa, sino que confirmaría el divorcio entre Bruselas y las preocupaciones de la población europea.

La ultraderecha holandesa frena su avance, según los sondeos

Sendos sondeos a pie de urna anunciaban la victoria de los partidos tradicionales en las europeas celebradas el jueves en Países Bajos y situaban en cabeza a los laboristas del PDVA con 5 de los 26 escaños, dos más que en 2014, seguidos por los liberales (VVD) del primer ministro, que lograrían 4 (uno más). Los mismos que los 4 democristianos del CDA, que pierden uno. El inesperado triunfo de los laboristas, en caso de que lo confirme el recuento el domingo, se debe a un reajuste entre los votantes progresistas y de izquierda. Así, los progresistas de D66 perderían esta vez dos de los 4 diputados que tenían en Estrasburgo. Asimismo, el Partido Socialista (SP) perdería otro, quedándose con un único representante.

Pero, sin duda alguna, el gran derrotado sería el ultraderechista PVV, liderado por Geert Wilders, cuyo batacazo electoral le haría perder tres de sus 4 diputados.

Eso no quiere decir que la ultraderecha haya perdido pujanza electoral, porque esos tres escaños irían a parar al otro partido de extrema derecha, Foro para la Democracia (FvD), de la nueva estrella del magma euroescéptico holandés, Thierry Baudet, quien venció en las elecciones provinciales y al Senado de marzo. La extrema derecha, dividida, no logró ni acercarse a las grandes expectativas que algunos les auguraban en unos comicios en los que la participación subió del 37 al 42%. El italiano Matteo Salvini no debe estar muy contento con los resultados de su aliado Wilders.GARA