EDITORIALA
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Cambios de estilo ante la emergencia climática

A menudo, preocupada por el impacto inmediato, la prensa se centra más en los temas del día que en los que ocurren a diario. Interesa más el tiempo que el clima, lo inminente que el futuro. Pero hace falta recordar que la crisis climática no es ya un problema del futuro, sino una emergencia a la que hay que hacer frente ahora y ante la que todos los días cuentan. Es una amenaza existencial de dimensiones cataclísmicas que debe obligar a hacer una pausa para pensar y actuar sobre el inquietante experimento planetario en el que estamos inmersos.

El periodismo no debe ser ajeno ante ese urgente desafío colectivo. Desde el libro de estilo hasta la información sobre las predicciones del tiempo, se pueden y se deben implementar cambios, por muy simbólicos que puedan parecer, que remuevan conciencias y sean un recordatorio permanente de la magnitud del problema. Y es que no es lo mismo decir «cambio» que «crisis» climática, no describen con la misma precisión la magnitud de la emergencia. Tampoco es lo mismo dar el pronóstico del tiempo que acompañarlo con el registro diario de emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera y las comparativas con años anteriores. En ese sentido, GARA ha considerado que es una muy buena idea revisar su libro de estilo y ofrecer a nuestros lectores información sobre el clima, en este caso ofreciendo cada lunes los registros de emisiones de CO2 a la atmósfera que ofrece la estación de Mauna Loa (Hawaii), centro de referencia mundial.

Desde que los humanos comenzaron a utilizar la atmósfera como vertedero de CO2, las emisiones alcanzan marcas escalofriantes. Acabamos de pasar la de 415,39ppm (partes por millón), algo solo visto cuando había árboles en la Antártida, el nivel del mar era 20 metros más alto y la temperatura global 4 grados más alta. Esa es la magnitud de la emergencia. Es responsabilidad de todos seguir dando una oportunidad a un planeta habitable.