Ibai AZPARREN
Kazetaria

Frases, resaca y amigos de mierda

Siempre hay algún amigo que dice que «las mejores juergas son las que se improvisan». Mira, no. Cuando entras a currar en sanfermines a las once de la mañana y a las siete estás corriendo como puedes para llegar a un bus, en tanto que apuras los dos últimos tragos al cubata que ya es agua, es irremediable no pensar en la concatenación de decisiones que te han hecho llegar hasta allí. Piensas en tales frases como «tenemos cena y vamos a estar todos, tienes que venir», «un par de cubatas y luego te vas» o simplemente «no me dejes solo con esta gente». Y vas. Y si vas, bebes. Y si bebes, aquella decisión que parecía el último paso hacia el abismo ahora parece un plan sin fisuras, y los avisos de que el próximo bus sale a tal hora se van ahogando en el brebaje.

Al día siguiente, el telón de fondo es conocido. Consumido, te arrastras desde el parking de corralillos hasta Alde Zaharra, por esa cuesta infinita que provoca los primeros sudores fríos, puerta de entrada hacia las calles impregnadas de un contagioso olor a noche, aunque en ese momento solo las recorran seres de día, de silleta y vermú. Tras algún que otro atropello de esos diablos de cuatro ruedas y otra generosa dosis de porrazos de antidisturbios frustrados que se hacen llamar cabezudos, por fin llegas a la oficina. «Solo es sufrir un rato», te había dicho anoche, balbuceando, tu colega de la Volkswagen que tiene toda la semana fiesta. Un rato.

En fin, que al final escribes como puedes y lees «estamos en Iruñea, una vueltilla daremos». Joder, qué haríamos sin nuestros amigos de mierda y sin las fiestas, a veces una excusa para no beber solo y otras un impulso hacia la decadencia. Benditos sanfermines.