Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Serenity»

Rememorando a Hitchcock en mitad de un naufragio

Sorprende desde el lado más negativo de la palabra la última película de Steven Knight, un director que no solo nos reveló su talento en esa pequeña joya en formato largometraje titulada “Locke” (2013), sino que también dejó constancia de su buen hacer dentro del thriller en series como “Peaky Blinders” y “Taboo”, en la que volvía a asociarse con esa bestia interpretativa llamada Tom Hardy. Dicha sorpresa también alcanza a un Matthew McConaughey que en su madurez interpretativa se reveló como uno de los actores más interesantes del momento gracias al riesgo que asumió en propuestas como, por ejemplo, el largometraje “Mud” y la serie “True Detective”. Que Knight y McConaughey se hayan estrellado con “Serenity” se debe en buena medida a lo errático de un guion firmado también por Knight en el que impera el desconcierto absoluto. En su empeño por fusionar thriller, intriga y drama, el autor se pierde en su propio laberinto cada vez que pretende evocar al maestro Hitchcock. A ello habría que añadirle una galería de personajes torpemente trazados y cargados de tópicos. Ejemplo de ello es el que encarna McConaughey; un patrón de barco pesquero marcado por una tragedia del pasado y cuya ruta se torcerá inevitablemente cuando haga acto de presencia una Anne Hathaway que, según los cánones estéticos del viejo Hitch, aparece teñida de rubia. Para colmo de males, en su faceta de director, Knight echa mano de todo tipo de artificios –cámara lenta y planos extraños que, como el inicial, transforma la pupila de un ojo en un mar caribeño– para intentar dar mayor empaque artístico a una serie de situaciones muy forzadas y disfrazadas de intriga que jamás llegan a buen puerto porque todo forma parte de una gran trampa salpimentada con giros tramposos y metidos con calzador que lejos de despertar interés tan solo provocan confusión.