José Ramón Loayssa
Participante de Ahora Navarra, exmiembro del Consejo Ciudadano de Podemos-Ahal Dugu de Pamplona-Iruña
KOLABORAZIOA

Chivite presidenta, alivio o desesperanza

No es una buena noticia, que pueda haber cosas peores no hace a un evento bueno, aunque muchas personas a mi alrededor transpiran cierta sensación de alivio, por lo menos –dicen– la derecha reaccionaria y autoritaria no va a gobernar. Los especialistas más concupiscentes en utilizar el Gobierno en particular y las instituciones en general en beneficio de ellos mismos y sus amigos y de servir servilmente a las élites económicas, se han quedado con las ganas. Su rabia por ello la destilan en todos los medios de comunicación y, como no, de nuevo recurren a resucitar el espectro del terrorismo, que siguen usando sin recato, a pesar de que nadie sensato cree que sea otra cosa que una pesadilla acabada, tarde y mal, puede ser, pero no es, o no debería ser, un elemento activo en el posicionamiento político y menos aún un punto esencial en los acuerdos políticos.

Pero es un día triste para la gente de izquierda, porque ha quedado meridianamente claro que «no se puede», que Podemos todo lo que ha podido es pillar «cacho». Una consejería marginal en un gobierno dominado por el socialneoliberalismo progresista y el centro-derecha vasco «democrático y civilizado», es todo lo que han conseguido los que se reclamaban del 15M y la nueva política, convertirse en monaguillos en una ceremonia de entierro de sueños, esperanzas y aspiraciones. Poner algunos matices, puntos y comas en los programas que escriben otros, es el destino de los que iban a «asaltar los cielos». En ese camino le acompaña IU, que continua su larga marcha hacia la irrelevancia y la prescindibilidad y, es que no es las candidaturas propias extemporáneas el modo de zafarse del abrazo del «prestidigitador» Iglesias, sino levantando una perspectiva política diferente. Mientras EH Bildu, autoencerrada en un laberinto que le obliga a tomar decisiones que le condenan a seguir entre la espada de una derecha neofranquistas y unos progresistas sin políticas de alcance.

Estamos ante un retroceso político que se materializa en una lista de Gobierno, un Gobierno en el que no podemos confiar los que creemos que es urgente una transformación económico-social y una revolución democrática. De este Gobierno solo se puede esperar continuismos a la baja de la política de Uxue Barkos en la legislatura precedente y marcar rumbo a la derecha, hacia la moderación diletante y al «reformismo sin reformas». En realidad un rumbo hacia la catástrofe, cuando las consecuencias de la crisis del 2007 siguen presentes y se manifiestan muchos pronósticos de ralentización económica, cuando julio del 2019, mes previo a la investidura del Gobierno PSN-Geroa Bai, ha sido el mes más cálido de la historia reciente confirmando la necesidad acuciante de un modelo económico poscapitalista.

Para no vivir de falsos alivios momentáneos tenemos que configurar una nueva alternativa capaz de generar esperanzas y ofrecer soluciones a los problemas de nuestra sociedad. Una alternativa que apueste por mejorar la vida de las clases populares apuntando a las lógicas profundas de una sociedad profundamente desigual y a un Régimen, el del 78, que solo es una democracia recortada y limitada, como Catalunya demuestra sobradamente.