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Nueva york

Tras el «aparente suicidio» de Epstein, escándalo total y teorías conspirativas

Tras la muerte del magnate Epstein, implicado en un caso de abuso y trata de menores que prometía revelaciones explosivas, se han disparado las teorías conspirativas y la hipótesis de un complot. En medio del escándalo, sigue habiendo preguntas incómodas sin respuesta.

La muerte en una cárcel federal en pleno centro de Manhattan de Jeffrey Epstein ha desencadenado una avalancha de teorías conspirativas, de conjeturas e hipótesis descabelladas, amplificadas en una especie de universo de fantasmagoría paranoica en el que muchos habitan. Y ya hay quien dice que el misterio de su muerte rivaliza con la del expresidente John F. Kennedy.

Pero lo cierto es que en este caso hay preguntas razonables: ¿Qué es lo que realmente sabía Epstein? Con su muerte, ¿qué personalidades se han podido librar de hacer frente a un proceso judicial que prometía revelaciones? Y, sobre todo, ¿cómo es posible que alguien involucrado en un escándalo tan mediatizado, que en teoría estaba bajo el régimen de un protocolo de suicidio haya muerto en un «aparente suicidio»?

Epstein, un magnate especializado en la gestión de fortunas, esperaba la fecha de su juicio por abuso y trata de menores previsto para 2020 y el caso amenazaba con salpicar a poderosos de todo el planeta. En su agenda de contactos figuraban las personalidades más grandes del planeta, con los que había entablado gran relación y había invitado en numerosas ocasiones a sus residencias privadas: Donald Trump, Bill Clinton, el Príncipe Andrés de Inglaterra, hijo de la reina Isabel II, los magnates Leslie Wexner y Tom Prizker, dueños respectivamente de la marca de lencería Victoria Secret y de la cadena de hoteles de lujo Hyatt, además de multitud de senadores, gobernadores, estrellas del espectáculo, etc… Sin duda, con su muerte, que condensa todas las neurosis estadounidenses, más de uno se habrá sentido aliviado.

La muerte de Epstein llegó el día después de que un tribunal federal de Nueva York hiciera públicos cientos de documentos que revelaban nuevos detalles y los nombres de supuestos cómplices en una vasta red de tráfico sexual de menores. Se enfrentaba a una posible pena de 45 años de prisión, y a diferencia de su condena por hechos similares en Florida en 2007, donde a cambio de su inscripción en un registro de delincuentes sexuales se le impuso una pena reducida y a la carta de 13 meses, con la posibilidad de salir de la cárcel doce horas al día durante seis días a la semana, esta vez no obtuvo la libertad condicional. Sus aviones e islas privadas en el Caribe multiplicaban el riesgo de fuga.

Una muerte predecible

Pero más allá del shock y del escándalo nacional en EEUU, de todas las teorías conspirativas que envuelven la muerte de Epstein, hay algo que también la hizo predecible. Que una persona cuyo caso miraba todo el país y que estaba bajo protocolo de suicidio, se quite así la vida es, por definición, negligencia. Y un fallo sistemático del sistema penitenciario de EEUU donde los suicidios y las muertes tras las rejas son una parte normalizada de la vida en la cárcel que, atendiendo a las estadísticas, está empeorando cada año.

Quizá la única conspiración real en este caso es la que reside entre muchos, demasiados funcionarios y directores de prisiones que muy a menudo tratan a los presos con gran riesgo de suicido con un desprecio insensible y una indiferencia deliberada. Muchos, demasiados funcionarios, simplemente, no se preocupan si el preso vive o muere. Y hasta que eso cambie, cientos de hombres y mujeres, culpables e inocentes, morirán cada año solos y desesperados en sus celdas.