Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Primeras vacaciones»

Tú a Biarritz y yo a Beirut

Fieles a su cita anual, acuden a nuestras carteleras cual oscuras golondrinas las prototípicas comedias de consumo ultrarrápido que, escudadas en la recurrente coletilla de “veraniegas” tienen como objetivo entretener al respetable recurriendo al menos esfuerzo posible. “Primeras vacaciones” entra de lleno en esta tipología de películas cuya formulación es tan simple que a ratos suele resultar efectiva. Este no el caso que ahora nos compete ya que en su debut detrás de la cámara, Patrick Cassir se muestra muy torpe en cada uno de sus intentos por fuisionar las comedias de enredos y las románticas. tomando como excusa las relaciones accidentales que asoman en Tinder, el filme centra todo su interés en las accidentadas y rocambolescas vacaciones que comparten una dibujante de cómic y un estirado comerical parisino. Si en un principio la ruta de ambos se bifurcaba en las costas de Biarritz y los inhóspitos paisajes de Beirut, finalemente Bulgaria será el destino que compartirán estos dos personajes de caracteres diametralmente opuestos pero que, a medida que avanza el metraje, conectarán irremediablemente.

Mientras todo ello cobra forma, la película transita por territorios en los que impera las torpezas y manías de él y la consiguiente desesperación de ella en situaciones como las que se escenifican en la comuna hippie. Jonathan Cohen y Camille Chamoux no se complican en exceso en su acercamiento a unos personajes carentes de originalidad y se limitan a cumplir con el difícil cometido de dotar de encanto a una pareja protagonista que alcanza sus registros más chirriantes en cuanto el guion se torna en rosa luminoso y les obliga a recitar unos diálogos folletinescos y almibarados que supuestamente tienen como objetivo último dar a entender los caprichos maravillosos del amor.

Lamentablemente, semejante esfuerzo tan solo logra el efecto contrario.