Ramón SOLA

JON GURUTZ MAIZA: DE LAS TINIEBLAS A LA LUZ, DE LA CELDA A CASA TRAS 41 AñOS

Un documental elaborado en Etxarri-Aranatz da impulso a la excarcelación de Jon Gurutz Maiza. Las razones de salud (múltiples afecciones, graves en el caso de la vista) se suman a las del tiempo (tiene 68 años y lleva ya 41 fuera de su pueblo). De las tinieblas a la luz, de la cárcel a casa.

El título del documental es “Iluntasunetik etxera” (De la oscuridad a casa) y lo ha elaborado el grupo de Sare en una localidad que está movilizada por la causa de Maiza; lo muestra también la conformación de la plataforma Orain Jon Gurutz. Movilizada por su vecino, se suele decir en estos casos, pero resulta excesivo usar este término si reparamos en que Jon Gurutz Maiza lleva nada menos que 41 años fuera de Etxarri-Aranatz.

Detenido en 2007 en el Estado francés, es uno de los últimos nombres incluidos en la lista de presos enfermos de Jaiki Hadi, debido a múltiples afecciones (hipertensión, diabetes, dislipemia, fibrilación auricular…), pero sobre todo a una muy importante en la vista. A problemas de ojo vago desde la infancia se ha añadido un desprendimiento de retina en el otro que hace que tenga perdida la mayor parte del campo de visión. En este documental, Jone Zabaleta, óptica optometrista, explica que eso le genera incluso dificultades para reconocer con quién está hablando, hasta el punto de que tiene que guiarse por la voz para reconocer a las personas, «y por desgracia para esta dolencia no hay gafas mágicas».

Al hospital, esposado y encadenado

Ello le ha impedido desde hace un año leer y responder a las cartas que recibía desde el pueblo, en un momento en que «había recuperado el contacto» con amigos y vecinos, apunta Igor Artieda, uno de los jóvenes etxarriarras que visita a Maiza y miembro de la plataforma Orain Jon Gurutz. Son amigos y vecinos con los que el prisionero no había tenido relación desde el 13 de enero de 1978, cuando se exilió al saber que era buscado por las FSE.

Para cuando lo detuvo la Policía francesa en Rodez (ligándole al aparato logístico de ETA), ya habían pasado casi 30 años. Entonces Maiza tenía 56, y ya presentaba problemas visuales que se han agudizado con episodios como una hemorragia retiniana en un traslado.

La Santé primero, Saint Maur después, y ahora Lannemezan. Más cerca de casa, pero con los mismos problemas de salud. En las cárceles del Estado francés, añade Artieda en el documental, «las condiciones sanitarias no son las idóneas, y si alguien no está muy-muy mal, no le hacen demasiado caso». Y añade como ejemplo patente que «cada vez que Jon Gurutz sale al hospital, lo llevan con las manos esposadas y las piernas también atadas con cadenas, como en las películas, sin intimidad ni comodidad alguna».

La abogada Xantiana Cachenaut apostilla que la situación médica de Maiza resulta muy peliaguda porque «las suyas son enfermedades que se pueden agravar en cualquier momento y entonces tiene que ser evacuado al hospital, y eso es difícil desde una cárcel». Y su situación jurídica no lo es menos, dado que en el Estado francés el camino a la libertad condicional está cerrado por el momento y en el español «ni siquiera hay modo de saber si tiene acusaciones y en qué consisten». Cachenaut participó en Etxarri-Aranatz en una mesa redonda junto a Anaiz Funosas (Bake Bidea) y Fernando Arburua (Jaiki Hadi) para detallar este caso.

El precedente de Barandalla

Este documental de Sare y la tarea de sensibilización y movilización de Orain Jon Gurutz muestran una vez más que Etxarri-Aranatz no deja solos a sus presos. Uno de quienes mejor lo sabe es Bautista Barandalla, que siempre encontró apoyo ante la enfermedad que tuvo que sobrellevar en prisión desde el año 2000 hasta el 2009, cuando fue finalmente excarcelado.

En este documental, Barandalla recuerda su propio calvario y destaca cómo en esas situaciones «sicológicamente estás muy mal, se te pasa de todo por la cabeza, es una situación que te puede llevar al infierno si no es porque tienes detrás a los kides, a la familia, a todo un pueblo… Todo es importante, hasta lo más pequeño que se haga». Como este sencillo trabajo de poco más de 20 minutos, que pone un granito de arena más para sacar a Maiza, para que aún pueda ver en su pueblo ese imponente cresterío del monte Beriain con que se cierra la cinta.