Karen MARON
DESDE MAROUN AL RAS (LÍBANO, FRONTERA CON ISRAEL)

EL PUNTO CLAVE

CALMA. SILENCIO. CIENTOS DE OJOS OCULTOS QUE OBSERVAN DESDE EL OTRO LADO DE LA LÍNEA DIVISORIA CON LA TECNOLOGÍA MÁS AVANZADA. NI UN MOVIMIENTO SE ADVIERTE DETRÁS DE LA FRONTERA INVISIBLE. UN ENDEBLE BORDE DELIMITADO POR UNA CARRETERA TERROSA ENTRE LÍBANO E ISRAEL, UN FRÁGIL LÍMITE ENTRE LAS LOCALIDADES DE MAROUN AL RAS Y AVIVIM QUE PUEDE PRODUCIR OTRA CONTIENDA FATAL.

Maroun al Ras y Avivim son dos enclaves estratégicos en donde se puede iniciar un nuevo enfrentamiento que recuerda a la feroz batalla de Maroun Al Ras –la localidad que es bastión de las milicias de Hizbulah– en la guerra de 2006. Por eso el mundo observa con mirada atenta este terreno cuando hace solo hace unos días Hizbulah destruyó uno de los vehículos blindados más emblemáticos israelíes, el Hateho Wolf, resistente a las minas y explosivos y capaz de transportar a 12 personas con sus equipos militares, causando heridos entre los militares del convoy y la baja de un alto comandante israelí.

Sin embargo, los misiles antitanque Kornet 9M133 de origen ruso de la resistencia chií –un partido político con representación parlamentaria, ministros, funcionarios en altos cargos y parte de la coalición que conforma el Gobierno con el presidente de Líbano, el general Michel Aoun– penetraron en el vehículo como hicieron con los tanques Merkava hace trece años.

El ataque se produjo en respuesta a la ofensiva israelí que mató a dos combatientes del Partido de Dios en Siria y violó nuevamente el espacio aéreo libanés con aviones no tripulados. Los dos drones –uno de ellos con carga explosiva tipo C4 con 5,5 kilos y que estalló en el centro de prensa del movimiento chií donde nos acreditamos los corresponsales– estaban dirigidos contra el bastión del grupo en el sur de Beirut.

Estas violaciones infringen la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas prevista para resolver el conflicto de 2006 entre Israel y Líbano, así como el Derecho Internacional al violar el territorio soberano de un país.

La ONU ha condenado las violaciones diarias de Israel del espacio aéreo de Líbano y ha reclamado el «cese inmediato» de esos vuelos, registrándose 550 violaciones aéreas con un total de 2.057 horas de sobrevuelo. De ellas 481 fueron realizadas mediante vehículos aéreos no tripulados o drones, mientras que en el resto estuvieron involucrados aviones de combate u otros no identificados.

Desde la colina

GARA llegó al Parque Irán, un espacio de recreación construido en la colina de la aldea libanesa de Maroun al Ras, desde donde se observa con claridad inusitada cada detalle de la frontera y la colonia israelí que está al otro lado de la línea.

A la izquierda, observamos una base militar libanesa asentada sobre una torre y unos metros hacia la derecha, una franja de tierra quemada con el letal Fósforo Blanco utilizado por Israel –conocido como el nuevo NAPALM, el tristemente célebre Agente Naranja utilizado por los estadounidenses en Vietnam contra los civiles y fabricado por la empresa Monsanto, entre otras–, cuyo uso contra objetivos militares y en perímetros donde no haya civiles no está prohibido por ningún tratado internacional.

Más allá de la carretera, la base castrense israelí aparentemente abandonada y Avivim, donde no se visualiza movimiento alguno.

Avivim se encuentra en el extremo norte de Israel, en la Alta Galilea, a menos de un kilómetro de la Línea Azul con Líbano y asentada en tierras de la aldea chií de Saliha, localidad palestina escenario de una masacre perpetrada por las fuerzas israelíes y luego despoblada de sus residentes.

En la carretera desde Beirut, dos controles militares del Ejército libanés para verificar la identidad de los ocupantes del vehículo, lo que denota un crecimiento en el entrenamiento profesional en la última década.

Las calles a través de las montañas y los pequeños pueblos muestran como siempre verdes y flameantes banderas del Movimiento Amal (Esperanza) y el rostro de su líder, Nabih Berri, el presidente del Parlamento libanés desde 1982.

En contraste se observan los estandartes de Hizbulah con su característico color amarillo, el rostro de su líder, Hassan Nasrala, y las gigantes imágenes de los jóvenes y adultos a los que consideran mártires de las guerras contra Israel desde la creación de Hizbulah en 1985.

A nuestra derecha, observamos la demarcación de la Línea Azul o Blue Line entre Líbano e Israel, establecida por las ONU el 7 de junio de 2000.

Equivale a la Línea Verde que en 1949 se convirtió en la línea del alto el fuego a razón del establecimiento del nuevo Estado israelí en 1948.

Pero la actual valla de alambre es reemplazada por un nuevo muro de hormigón construido por Israel, constituyendo otro punto de fricción entre los dos países. Es así como en los extensos cultivos de la zona, eminentemente agrícola, se observa a hombres trabajando la tierra de la zona fronteriza con el gris del hormigón del muro a sus espaldas.

Llamado «obstáculo» por los israelíes antes que «muro», esta barrera puede adoptar la forma de valla electrónica con tecnología muy avanzada en algunos tramos, como la que Israel ya construyó a partir de 2003 en Jerusalén Este y Cisjordania o la que ha levantado en su frontera con el Sinaí.

Las autoridades de Beirut han reprobado este nuevo muro aún sin culminar porque, según sostienen, la Línea Azul no se superpone exactamente sobre la frontera y hay zonas libanesas que han quedado del lado israelí. Esta nueva construcción dio origen a acciones regionales e internacionales para evitar su construcción que claramente no llega a la colina a la que accedimos.

La batalla de Maroun al Ras

Maroun al Ras es un pueblo libanés ubicado en el Monte Amel, en el distrito de Bint Jbeil en la gobernación de Nabatiye. Se encuentra a unos 120 kilómetros al sureste de Beirut y está ubicado en una colina más alta que Yarun.

Estratégicamente situado en la cima de altas colinas, con viñedos y tierras de cultivo, en el lugar se han encontrado ornamentaciones medievales y piezas con inscripciones griegas.

Maroun al Ras fue determinante en una confrontación bélica ya que pasa por alto las ciudades circundantes y su elevación es de 911 metros.

Este fue el escenario donde en 2006 fuimos testigos de un gran enfrentamiento entre el Ejército israelí y los combatientes de Hizbulah durante la Guerra de Líbano y a la que se denominó la Batalla de Maroun al Ras.

Es precisamente aquí donde ahora aguardan, con total expectación, los acontecimientos que están por suceder.

«Con un vecino tan agresivo tenemos que estar preparados y esperar a que nos ataquen o que realicen cualquier violación a las resoluciones de Naciones Unidas», resalta Adnen Alawei, ingeniero y presidente de la Municipalidad que agrupa a cuatro alcaldías con una población de 15.000 personas y cientos de emigrados a países como Alemania. Australia y Canadá.

«Los vehículos cruzan la frontera sin importarles la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas para Líbano (UNIFIL), ni el Ejército libanés. Sus drones violan el espacio aéreo y eso está catalogado como agresión», remarca Alawie, de 50 años, nacido en estas tierras y cuyos padres se trasladaron a la capital libanesa hace cinco décadas, cuando se inició el proceso de expulsión y desplazamiento forzado de la región por parte de Israel.

Director técnico de una importante empresa de elevadores, explica que cuando atacan el municipio, la población civil no puede refugiarse en los búnker y huyen hacia Beirut u otras regiones como una reacción espontánea.

«Pero esta vez, no sucedió lo mismo porque la gente estaba tranquila cuando Hizbulah dijo que iba a responder a una nueva agresión israelí», señala.

«Este es un tiempo de espera», afirma Alawie con total serenidad, una serenidad adquirida con la larga experiencia de los años de conflicto.

«Ellos –refiriéndose a los israelíes– desparecieron dejando el cuartel militar y la población. Solo en los próximos días sabremos qué pasará» afirmó. Efectivamente, los días venideros marcarán el desarrollo de los acontecimientos.