Amparo Lasheras
Periodista
AZKEN PUNTUA

Siempre queda París

Este verano unos amigos, periodistas uruguayos, han viajado a Europa para recordar aquellas ciudades donde vivieron sus años de exilio. Me cuentan que del 13 al 15 estuvieron en París, en la Fête de L’Humanité. Hace tiempo que nadie me hablaba de esta cita, un poco mítica, asociada a mi imaginario más joven e inconformista. Se trata de una fiesta organizada desde hace décadas por el periódico comunista L’Humanité. Su primera edición data de 1930. El periódico y la Fête fueron prohibidos durante la ocupación nazi, pero resurgieron con la liberación en 1944. Cuentan mis amigos que este año han acudido más de 500.000 personas de toda Europa, militantes y camaradas de partidos y colectivos populares para debatir sobre las agresiones del sistema capitalista contra pueblos y gentes que buscan rejuvenecer las ideas para poder resistir, no rendirse y tal vez ganar. Escucho su relato entre incrédula y esperanzada imaginando el sueño de ver, algún día, la fuerza de esos mismos pueblos si pudieran organizarse más allá de una fiesta o una movilización. En la Fête, en 1976, Llach interpretó L’Éstaca; antes Ibañez había cantado A galopar, años después Manu Chao cantó Nadie es clandestino. «Mis conciertos –dijo Ibañez– es un refugio para quienes no se rinden». Incluso para la utopía siempre queda París.