David MESEGUER
Bashmakh

KURDISTÁN SUR, BAJO LOS EFECTOS DE LAS SANCIONES IMPUESTAS POR LA CASA BLANCA CONTRA IRÁN

El descenso de la actividad aduanera, la prohibición a la importación de determinadas materias, pagos millonarios a proveedores que quedan en un limbo o la pérdida de puestos de trabajo en el sector del transporte, son algunas de las consecuencias que padecen los territorios kurdos fronterizos con el Estado iraní.

Siempre omnipresentes y ejerciendo de gran hermano, dos gigantescos retratos de los ayatolás Jomeini y Jamenei fiscalizan el tráfico de entrada y de salida en la frontera de Bashmakh, uno de los siete pasos fronterizos internacionales que comparten Irak e Irán. Situada en Kurdistán Sur, 100 kilómetros al este de la ciudad de Suleimaniya, esta aduana ha visto notablemente reducida su actividad desde la reimposición en agosto de 2018 de las sanciones de Estados Unidos contra el Ejecutivo iraní.

«Compartimos 1.400 kilómetros de frontera y, por lo tanto, cada sanción y castigo sobre Irán también tiene efectos indirectos sobre nosotros», explica a GARA Shakhawan Mohamed, director de la aduana de Bashmakh. Este funcionario del Gobierno Regional del Kurdistán iraquí indica que la actividad comercial en este punto fronterizo se ha visto reducida un 40% en los últimos dos años. «El bloqueo temporal que nos impusieron Ankara y Teherán tras la celebración del referéndum de independencia en setiembre de 2017, pero sobre todo, las últimas sanciones de Washington a Irán explican este importante descenso», señala el responsable aduanero.

Las penalizaciones de la Casa Blanca al Gobierno de Hassan Rohani se reimpusieron el año pasado después de que Donald Trump rompiera el pacto nuclear firmado por su predecesor, Barack Obama, en 2015. La primera ronda de sanciones entró en vigor en agosto de 2018 y penaliza entre otros aspectos, el comercio de oro y de metales como el aluminio y el acero, la actividad con el sector automovilístico iraní, la compra-venta de riales (la moneda iraní) o cualquier tipo de operación relacionada con la emisión de deuda soberana iraní.

Pero son las sanciones que entraron en vigor en noviembre, como la compra de petróleo iraní o la prohibición de realizar transacciones financieras con el Banco Central de Irán, las que están teniendo efectos directos en Kurdistán Sur, Irak o Turquía.

Problemas para efectuar los pagos

Si bien el Gobierno iraquí goza de un permiso especial de EEUU para poder importar de Irán materias energéticas como gas natural y electricidad, lo cierto es que la penalización por trabajar con entidades financieras iraníes dificulta a las empresas privadas iraquíes hacer negocios con compañías iraníes. Un importante obstáculo si tenemos en cuenta que, según cifras oficiales, Irak importa diariamente productos iraníes por valor de 25 millones de dólares.

«Tenemos muchos problemas para pagar a nuestros proveedores iraníes. Por miedo a que el dinero se pierda ya no utilizamos el sistema bancario sino casas de transferencias», explica Kameran Rafiq, un empresario kurdoiraquí que importa invernaderos y sistemas de irrigación para la agricultura tanto de Irán como de la Unión Europea.

«Conozco casos en los que se ha hecho una transferencia a la cuenta de un banco iraní, y al final del día esta entidad bancaria ha sido cerrada y, por tanto, el dinero se ha quedado en un limbo», detalla Rafiq. Este importador de sistemas agrícolas explica que un grupo de empresarios iraquíes vio como 500 millones de dólares quedaban en esta situación de limbo. «Fue una auténtica locura. Sólo han podido recuperar una parte del dinero y para hacerlo han tenido que invertir muchos recursos económicos en asesores jurídicos».

Una problemática que no sólo afecta a la importación de los productos de Irán excluidos de las sanciones, sino también a la utilización de puertos iraníes para hacer llegar mercancías provenientes, principalmente, del sudeste asiático.

«La gran mayoría de productos que el Kurdistán iraquí importa provienen de China, Corea del Sur y los Emiratos Árabes Unidos. Son mercancías que llegan aquí por vía terrestre después de haber sido descargadas en el puerto iraní de Bandar Abbas», señala el director de la aduana de Bashmakh.

Las reducidas tasas en la aduana portuaria iraní y las económicas tarifas de transporte por carretera gracias al bajo precio de la gasolina, hacen que los puertos iraníes sean los más utilizados para importar productos hacia el norte de Irak.

«Muchos de los coches transportados por camiones que puedes ver aquí en la frontera son vehículos con daños que viajaron de EEUU a Dubai. Allí los reparan, después viajan en barco hasta un puerto iraní y finalmente por tierra hasta Kurdistán. Esto no está permitido debido a las sanciones pero los empresarios se arriesgan porque el transporte a través de Irán es mucho más barato», destaca el funcionario kurdoiraquí.

Si bien algunos empresarios se exponen a ser penalizados y desobedecen las sanciones, otros han buscado puertos alternativos a Bandar Abbas, situado en el estrecho de Ormuz, para hacer llegar las importaciones. «Hay dos opciones: el puerto turco de Mersin o el puerto iraquí de Um Kassar, cerca de Basora. Lo que sucede es que los costes de importación son mucho más elevados a través de estos dos muelles que hacerlo a través Irán», subraya Shakhawan Mohamed.

Mientras que las tasas turcas son bastante más elevadas que las iraníes, el principal problema en el puerto de Um Kassar es la seguridad. «La estabilidad en el sur de Irak no es la misma que tenemos aquí en Kurdistán y en ocasiones los empresarios tienen que pagar una fortuna para contratar seguridad privada para que sus productos tengan un transporte seguro desde Basora hasta territorio kurdo», indica Mohamed.

«El precio de un producto importado del sudeste asiático que llega a territorio iraquí por un puerto turco puede elevarse entre un 15% y un 20%. Y son los ciudadanos los que sufren las consecuencias de este encarecimiento», comenta el responsable fronterizo.

Pero no todo son efectos negativos para Irak. Según la agencia Bloomberg, la prohibición de comprar petróleo iraní ha obligado a Turquía a aumentar la cuota de importaciones de países como Rusia e Irak. Un volumen de compra bastante importante si tenemos en cuenta que en mayo de 2018, momento en que EEUU anunció que rompía el acuerdo con Teherán, el 47% del crudo importado por Ankara era iraní. El bloqueo a la compra de petróleo iraní ha provocado que el régimen de los ayatolás haya pasado de exportar 2,5 millones de barriles diarios a solo 500.000, según datos de Kpler, una empresa dedicada a los estudios de mercado en el ámbito energético.

Más allá de las sanciones, a la reducción del tráfico aduanero en pasos fronterizos como el de Bashmakh también está contribuyendo el boicot del Gobierno Regional del Kurdistán iraquí a la importación de determinadas frutas y hortalizas iraníes con precios mucho más competitivos. Productos de temporada como tomates, patatas o sandías gozan de medidas proteccionistas para defender a los agricultores locales de Kurdistán Sur.

Efectos sobre los trabajadores

Con un contenedor cargado de televisores surcoreanos, Siaman espera pacientemente a que todas las gestiones burocráticas estén finalizadas. Este conductor de 32 años originario de la ciudad kurdoiraní de Marivan, ha llegado hace unas horas al paso fronterizo de Bashmakh procedente del puerto de Bandar Abbas.

«Las sanciones han supuesto una bajada brusca del transporte. Conozco compañeros que han perdido su empleo y han tenido que vender el camión», explica este chófer que debe llevar la carga hasta Suleimaniya. «La complicada situación económica en Irán hace que la gente no disfrute de sus vidas y simplemente se limitan a sobrevivir. Tenemos que trabajar muy duro para conseguir un salario que nos permita comprar productos básicos».

Una preocupación que comparte Kewan, un conductor de Kurdistán Este de 34 años que lleva 15 al volante. «Desde la aplicación de las sanciones, el trabajo se ha reducido y los problemas han aumentado. Si antes solía hacer tres viajes mensuales, ahora hago uno o dos como mucho. Entonces, el sueldo también se reduce», indica este camionero que transporta una cisterna con combustible.

Según datos facilitados por el director aduanero, antes de las sanciones 600 camiones cargados con petróleo para ser refinado en Irán cruzaban diariamente el paso fronterizo de Bashmakh. Una cantidad que se ha reducido hasta los 200 vehículos diarios.

«Por cada viaje cobro unos 550 dólares, pero tengo que descontar la gasolina. Es lo mismo que cobraba antes de las sanciones, pero con la devaluación de nuestra moneda y la inflación es imposible mantener el mismo estilo de vida», señala Kewan con resignación.

La desorbitada inflación, que en la actualidad se sitúa por encima del 40%, es de forma unánime el principal problema para los iraníes que cruzan la frontera. «Antes de las sanciones, con 100.000 riales (poco más de dos euros al cambio actual) podía comprar comida para cuatro días, pero ahora, con esta cantidad sólo puedo comprar productos para una sola comida», denuncia el camionero.

Gran parte de los iraníes que cruzan la frontera lo hacen para buscar trabajo en Kurdistán Sur, donde los sueldos son mucho mejores. Es el caso de Ferida, de 31 años y originaria de la población kurdoiraní de Yavanrud, que regresa de visitar a su familia. «En Irán tenemos seguridad y estabilidad, pero el principal problema es la calidad del empleo. Hay trabajo, pero la inflación hace que los sueldos sean insuficientes para vivir dignamente», explica esta mujer que se dedica al mundo de la costura.

El fin del castigo económico de EEUU a Irán, es un deseo unánime entre todas las voces consultadas en la frontera de Bashmakh. Y así lo expresa Shakhawan Mohamed: «Esperamos que las sanciones se levanten e Irán consiga estabilidad. Porque como territorio que compartimos frontera, si hay conflicto nosotros también sufriremos los efectos».