Amaia U. LASAGABASTER
EIBAR

El tridente culé conquista Ipurua

Los goles de Griezmann, Messi y Luis Suárez sentenciaron a un equipo armero trabajador pero incapaz de rematar entre los tres palos.

EIBAR 0

BARCELONA 3


Tampoco tocaba esta vez. Ante un Eibar voluntarioso pero sin pólvora arriba, un buen Barcelona aprovechó un par de errores de los armeros para seguir engordando sus estadísticas, por si no eran suficientemente contundentes. El punto que sumó el equipo guipuzcoano en la última jornada de la temporada pasada sigue siendo el único que ha podido rascarle a un rival ante el que ha caído en sus otros diez enfrentamientos.

El último ayer, en un partido que ponía fin a la buena racha del Eibar tras cuatro jornadas en positivo. Cabía preverlo, teniendo en cuenta el rival pero, casualidad o no, también coincidió con el cambio de sistema de los azulgranas, que abandonaron el 4-3-3 con el que tan cómodos se les había visto desde que voltearon el encuentro frente al Sevilla para regresar a la doble punta. Claro que como José Luis Mendilibar insiste siempre, poca relevancia tiene el dibujo frente a la idea de juego, que es lo que debe prevalecer. Quizá tuvo más que ver que entre las numerosas caras nuevas que saltaron al césped –junto al sancionado Escalante salieron del equipo Bigas, Expósito, Inui y Kike, dejando su lugar a Sergio Álvarez, el recuperado Cote, Pedro León, Enrich y Charles– se contaron algunas de las actuaciones más flojas del encuentro. Porque, y en realidad ese es el fundamento del resultado, el Barcelona ganó porque es mejor pero también es cierto que el Eibar dejó la impresión de no haber ofrecido su mejor versión.

Sobre todo en ataque, donde hubo llegada, sobre todo por banda izquierda con Cote y Orellana, pero faltó pegada. Quizá porque a los eibarreses les entró el miedo cuando el rival empezó a llegar con cierta claridad, retrasaron metros y les costó más llegar en condiciones, como lamentaba su técnico a la conclusión del encuentro. Pero lo cierto es que los noventa minutos se esfumaron sin que pudieran rematar una sola vez entre los tres palos.

A eso se le unió un puntito de mala suerte con el resbalón de De Blasis ante Griezmann, que facilitó la llegada al área del francés para que marcase el primer gol. O la falta de contundencia de la zaga, que permitió que Suárez, Griezmann y Messi tocaran el balón dentro del área antes de que el argentino sentenciase. Y a todo eso hay que unirle, sobre todo, que el Barcelona se recupera con velocidad de su mal inicio liguero, con una combinación de calidad sobre la que poco se puede decir ya y la capacidad para ponerse el mono de trabajo cuando toca, como sucedió ayer.

Como además tampoco tardó demasiado en romper el partido, ni siquiera dejó a su rival la posibilidad de aliarse con la presión. Antes de cumplirse un cuarto de hora de intercambio de sustos –un par de balones a Messi, un despeje de Lenglet a córner junto al palo, una buena asistencia a Pedro León...–, Griezmann conducía un balón largo de Lenglet para plantarse solo en el área y marcar el 0-1.

Intentó reaccionar el Eibar y durante un buen rato pareció que podía complicarle la cosa a su rival. Pero solo Cote y Orellana conseguían hacer daño y ninguno de los balones que metían al área encontraban un rematador lo suficientemente entonado como para poner a prueba a Ter Stegen. Dmitrovic sí superó la suya, y de forma brillante, poco antes del descanso. Entraba Messi en el área tras tumbar a tres rivales para driblar al serbio, pero este reaccionó, arrebatándole un balón imposible cuando ya se cantaba el gol del argentino.

«MSG»

Lamentablemente, pudo sacarse la espinita en un segundo tiempo en el que el Eibar se fue desmoronando. La reanudación empezó con susto –asistencia de Griezmann para el gol de Luis Suárez, anulado por ajustadísimo fuera de juego del uruguayo– y siguió con disgusto. En el 58, Semedo enviaba un balón desde la derecha que llegaron a rematar los tres delanteros blaugranas dentro del área sin que la defenda local fuera capaz de despejarlo y siquiera tocarlo. Acertó, cómo no, Messi ante una de sus víctimas preferidas –trece goles le ha hecho al Eibar en ocho partidos– y con su tanto quedaba finiquitado el partido. Porque viendo cómo estaban el marcador y los dos equipos era imposible pensar en la carambola, ni siquiera echando mano del reciente precedente del partido frente al Sevilla.

Sobró la media hora final. Al menos para el Eibar, que retocó piezas –entraron Expósito e Inui por Pedro León y Enrich para jugar ahora con un solo delantero– sin el más mínimo resultado. No tanto para su rival, que se dio el gustazo de ver cómo su tridente –o la MSG si se prefiere– hacía diana en el mismo partido por primera vez. Con participación directa en el tercer gol que lanzó Griezmann y condujo Messi hasta el área para sortear a Dmitrovic y asistir el tanto de Luis Suárez a portería vacía. Desapareció el Eibar hasta el punto de que, de ahí al final, siempre se vio más cerca la posibilidad de que el Barcelona agrandara la brecha que de que los armeros la redujeran.