Antonio Alvarez-Solís
Periodista
AZKEN PUNTUA

La salida

El problema catalán no puede abordarlo España con las armas ni con leyes y medidas decimonónicas. Juzgar para condenar no resiste el tiempo. El envío de más guardia civil o el mantenimiento de la misma en cuarteles de «ocupación» produce dos efectos mortales para Madrid: el desmantelamiento de la moral de esa fuerza –es imposible soportar una existencia colonialista en nuestro tiempo– y la ruina de la imagen española en el escenario internacional. Catalunya siempre estará en Catalunya, con más o menos altibajos. Madrid no podrá vivir una tensión «africanista», sobre todo en una Europa bloqueada.

¿Y cuánto puede durar la guerra socialista en Catalunya cuando día a día ese socialismo se va desmoronando en lo social y en lo económico? Frente a un paro irremediable, frente a una creciente brecha entre comunidades, frente a la destrucción del bienestar público, el grito anticatalán de los socialistas suena ya afónico. Y eso no puede resolverlo una derecha de recambio porque más de media España no puede vivir solo de un «heroísmo» de fogata vecinal. La política conservadora se ha quedado sin Valle de los Caídos, que ahora volverá a ser un símbolo, pero de los mártires republicanos cuando empiecen a abandonar sus tumbas ¿Qué harán las derechas heridas y las «izquierdas» sin deberes cotidianos que hacer?

España, mañana, será republicana. Ya no valen los remiendos.