Iñaki VIGOR
IRUÑEA
Interview
SABINO CUADRA
AUTOR DEL LIBRO «¡NO OS IMPORTE MATAR!»

«Esperamos que Martín Villa salga procesado tras comparecer ante Servini»

“¡No os importe matar!” tiene como título añadido “Sanfermines 1978: crimen de Estado”, pero ese crimen nunca se ha esclarecido: nadie ha sido juzgado por aquellos hechos porque los jueces franquistas decidieron cerrar el caso. Martín Villa, ministro de Interior en aquellos años, está citado a declarar el 11 de diciembre ante la jueza Servini. Cuadra cree que comparecerá, y confía en que salga procesado.

¿Estaba en Iruñea aquel 8 de julio de 1978?

Sí. Había venido a trabajar de abogado laboralista y llevaba aquí un año. Quizás lo más anecdótico de aquel 8 de julio es que era la primera vez que iba a una plaza de toros a ver una corrida, y me encontré con toros de dos clases: unos con cuernos y otros con armas de todo tipo. Viví aquello de forma muy cercana. Además, una de las personas entonces detenida era de la peña La Única. Por eso, el día 7, tras acabar la corrida, nuestra peña se quedó un rato más en protesta por estas detenciones.

Entonces tenía 29 años. ¿Cómo reaccionó ante esos hechos?

Yo me había criado en la lucha antifranquista, y venía de la Margen Izquierda, concretamente de Barakaldo, que era un territorio conflictivo bastante cañero. Desde el primer momento lo vi como una agresión brutal y completamente desproporcionada, indiscriminada, y reaccioné haciéndole frente, al igual que cientos de personas en la plaza y miles en la calle.

¿Conocía a Germán Rodríguez o a alguno de los heridos de gravedad?

En aquellas fechas yo era de LKI, el mismo partido al que pertenecía Germán, pero llevaba poco tiempo en Iruñea y le conocía de vista. A los heridos graves, entonces no los conocía, pero luego sí conocí a algunos que fueron compañeros de trabajo, como Ramón Vélez de Mendizabal, y a otros los he ido conociendo con motivo de la recopilación de testimonios que hemos realizado.

¿Qué es lo que le ha impulsado a escribir este libro, y cuál cree que es su principal aportación?

El libro lo firmo yo, porque me tocó a mí hacerlo, pero es un libro de Sanfermines 78 Gogoan. Tanto los materiales que se recogen como las conclusiones a las que hemos llegado son una obra colectiva. Hay una razón técnica por la que hemos hecho esta obra, que es realizar una refundición de todo lo que hemos ido recopilando a lo largo de estos 40 años. Y lo hemos hecho de una forma directa y asequible, para que se pueda hacer una lectura fácil y amena. Otra de las razones es que hemos visto que había universitarios interesados en hacer tesinas, por lo que decidimos hacer un trabajo de recopilación que pueda servir de cara al futuro y asequible a todo el mundo. Además, podríamos decir que este libro es una herramienta de lucha, de difundir al mayor número posible de personas qué es lo que sucedió. Todos los beneficios correspondientes a los derechos de autor irán destinados a la campaña que estamos impulsando de juicio a Martín Villa, junto a otros colectivos.

El título del libro resulta muy impactante.

Impactante fue el pronunciarlo, porque esto lo dijo un oficial de Policía dando órdenes a la unidad a la que mandaba, y fue transmitida por la emisora oficial. La frase entera fue ‘¡Disparad con todas vuestras energías. No os importe matar!’, y se pronunció el día 9, cuando Germán ya estaba muerto. Lo que en realidad quería decir era ‘no os importe seguir matando’. Así, dos días después mataron en Donostia a Joseba Barandiaran. El objetivo de aquella orden era transmitir un nivel de impunidad a toda la Policía dándole licencia para matar. También es significativo que, cuando ese oficial dio la orden de ‘¡No os importe matar!’, un superior, probablemente el teniente coronel venido aquella noche desde Zaragoza para dirigir todas las fuerzas policiales, le recriminó desde la emisora central sita en el Gobierno Civil diciéndole ‘modere su vocabulario’. Es decir, el problema no era la orden en sí, sino el no dejar pruebas.

De la lectura del libro se desprende que en torno a los sucesos de Sanfermines del 78 han intervenido los tres poderes, y que sus actuaciones han ido en la misma dirección: dar cobertura a la impunidad de los responsables. ¿Lo ve así?

Sí, evidentemente, y además el que marcó la hoja de ruta fue Martín Villa, que era entonces ministro de Interior. Pocos días después del 8 de julio afirmó en Televisión Española aquello de ‘lo nuestro son errores, lo de ellos son crímenes’. Eso refleja una moral maniquea y cínica. Significa que todas las acciones propias están bendecidas, y las acciones de los demás están condenadas al infierno. Viene a decir que ellos pueden hacer lo que quieran, incluso ocultar información o mentir, para presentarlo a la opinión pública como ‘errores’. Esa afirmación de Martín Villa es la que se dio por buena en el 82 para archivar los sumarios abiertos por los sucesos del 78. Es decir, lo que vieron 20.000 testigos, que fue una agresión directa, gratuita, desproporcionada y criminal, no existió, sino que todo fue un maremágnum de una orden que se da, el teniente la transmite de distinta forma, el sargento vaya usted a saber cómo la entiende, y el último número que está en la plaza se lía a tiros.

¿Cree que la actitud de Martín Villa, y por extensión del Gobierno español, se enmarcaba dentro de la estrategia de imponer su modelo de Transición de la dictadura a la monarquía, de instaurar el llamado Régimen del 78?

Dentro del puzle de lo que fue la Transición, fue una de sus piezas más importantes. Hubo otras, como las muertes de Gasteiz el 3 de marzo del 76, los siete muertos en la Semana pro-Amnistía del 77, los laboralistas muertos en Atocha, las personas asesinadas en Málaga, Tenerife, Barcelona, Madrid… En definitiva, el número de víctimas de la violencia policial entre los años 1975 y 1978, y de los grupos fascistas paramilitares ligados a ella, fue con gran diferencia el más elevado de las décadas precedentes. En esa época de la Transición, cada año había decenas de muertos por una causa u otra. Junto a la zanahoria que se empezaba a ofertar, a través de la cual se podrían conseguir unas libertades democráticas homologables a nivel europeo, estaba la imposición de pasar intactos al nuevo régimen los pilares fundamentales de la dictadura. Esos pilares eran la monarquía, el Ejército, la Policía y la Guardia Civil sin depuración alguna; la judicatura, los grandes poderes económicos que habían apoyado a la dictadura y beneficiado de ella durante 40 años; la Iglesia católica, que se benefició de los convenios firmados con el Gobierno en el 78 y mantuvo sus privilegios, y junto a ello, el tema de la sacrosanta unidad de la patria.

En el Aberri Eguna del 78, desde el PSOE hasta HB, pasando por el PNV, el PCE, la ORT, LKI, EE y todos los partidos nacionalistas y de izquierda, defendían el derecho de autodeterminación en la Constitución y Estatuto de Autonomía conjunto para los cuatro herrialdes. Pero en la Constitución aprobada cinco meses después de los sucesos de Sanfermines se impuso la unidad indisoluble de la patria, soberanía única española y protección de todo lo anterior por parte del Ejército, garante de que se va a mantener. Los verdaderos poderes no estaban dispuestos a aceptar determinadas cuestiones y, si hacía falta matar, se mataba.

 

Martín Villa llegó a enmarcar los sucesos de Sanfermines de 78 en la «estrategia terrorista de ETA», y ahí zanjó el tema.

Pocas horas después de producirse la carga policial en la Plaza de Toros, Martín Villa ya estaba al corriente de todo lo que pasaba y estuvo dando instrucciones. Nosotros mantenemos que es el responsable político principal de lo que fue una agresión criminal, y por eso nos hemos querellado contra él. En Argentina, la jueza Servini le ha imputado también por crímenes contra la humanidad, por los sucesos de Sanfermines, por lo de la Semana pro-Amnistía del 77 y por asesinatos llevados a cabo bajo su mandato en diversos lugares del Estado español. Villa fue una pieza clave del Movimiento, del fascio español, y luego fue nombrado presidente de Endesa, de Sogecable y, para mayor escarnio, hace unos años le nombraron miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

El Informe Martín Villa estuvo oculto 40 años en el archivo del Congreso y usted logró que saliera a la luz. ¿Por qué nadie quería remover ese asunto?

Ese informe se hizo muy en caliente, ya que estaba ultimado para el 15 de julio del 78. Se trata de un triple informe hecho por tres personas: el general Bartrech, un general subinspector de toda la Policía Armada; el gobernador civil de Navarra, Ignacio Llano; y el que era entonces subdirector general de la Policía, José Sainz, antiguo torturador de la brigada político-social, enviado por Martín Villa para elaborar un informe propio. El objetivo general era seguir por el camino que había señalado el ministro; es decir, exonerar a la Policía de todo tipo de responsabilidad penal. Se llegó a afirmar que todos los disparos de fuego real efectuados en la Plaza de Toros y en la calle fueron al aire, y que se realizaron ante las graves agresiones que estaba sufriendo la Policía. Afirmaba también que en el lugar donde asesinaron a Germán no estuvo la Policía y que en la noche del 8 al 9 de julio no se había disparado allí ni un solo tiro, a pesar de que luego aparecieron más de 30 impactos de bala a una altura de entre 0,90 y 2,30 metros. Pero, probablemente por haberse hecho en caliente y por tres personas diferentes, en ese informe aparecen bastantes datos y contradicciones con la ‘verdad’ más oficial, escrita después por los jueces. En alguna medida, ese informe era problemático o peligroso. Los sumarios se abrieron en 1978 y se cerraron definitivamente en 1982. En ese tiempo tanto los jueces como el Supremo pidieron que fuese aportado, pero nunca fueron entregados. Durante 40 años han estado completamente escondidos, hasta que finalmente, gracias a varios grupos del Congreso, conseguimos encontrarlos y rescatarlos.

Resulta significativo que ningún juez ni fiscal español se haya interesado nunca por la grabación de aquella orden de «¡no os importe matar!». ¿A qué se debe?

Hay que tener en cuenta que la judicatura era franquista. Estamos hablando del año 78, y todos habían estado juzgando conforme a las leyes franquistas. Las leyes seguían siendo franquistas, y todo el aparato judicial era franquista. ¿Por qué no se investigó más a fondo? Porque la dependencia que en el franquismo existía de la judicatura respecto al poder ejecutivo se seguía manteniendo. No había ni un juez que se atreviera a levantar la cabeza frente al poder ejecutivo, también integrado por franquistas puros y duros.

41 años después, los responsables siguen impunes. ¿Es ese el motivo por el que se ha llevado el caso a Argentina? ¿No hay ningún juez en Europa que quiera o pueda investigarlos?

El hecho de que el caso esté en Argentina se debe también al trabajo que hemos venido realizando en coordinación con iniciativas similares en Euskal Herria y en el Estado. A principios de 2019 nosotros también interpusimos una querella propia ante los juzgados de Iruñea pidiendo la reapertura del caso y que fuera concebido como un crimen contra la humanidad. El juez todavía no ha realizado ninguna actuación destacada; es decir, no sabemos si va a admitir o no la tramitación y estamos a la espera. En caso de que no lo sea, recurriremos para llegar a donde sea preciso. En casos similares, cuando los jueces y el Supremo han negado la tramitación de querellas, se han tramitado ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, y también ante Europa.

Martín Villa ha sido citado por la jueza Servini el 11 de diciembre. ¿Cree que comparecerá? ¿Qué ocurriría si no lo hace?

Creo que va a comparecer porque él lo ha dicho de forma pública y porque los abogados que tiene en Buenos Aires están siguiendo el asunto de cerca. Si no aparece, no habrá forma de llevarlo a declarar a Argentina, porque todas las actuaciones de los gobiernos del PP y del PSOE han ido encaminadas a obstaculizar las actuaciones que impulsa la jueza Servini. Hoy en día Villa está imputado por crímenes contra la humanidad.

El delegado del Gobierno español en Nafarroa, José Luis Arasti, afirmó en julio de 2018 que Germán Rodríguez fue «asesinado». Ningún superior le ha corregido la afirmación.

No, nadie lo ha hecho. Para nosotros fue sorpresivo, porque el hecho de que se diga que fue asesinado implica que hubo alevosía; es decir, que no fue algo casual. La verdad oficial y judicial que se nos dio, en el sentido de que fueron errores y que nadie sabe cómo ocurrieron, queda desdicha por la afirmación de Arasti. Pero a este señor le falta decir la segunda parte: ¿quién fue el asesino?, ¿quién o quiénes fueron los que en la Avenida de Roncesvalles dispararon más de 30 tiros a una altura de matar a la gente? Testigos que estaban en balcones afirmaron que dos policías fueron avanzando por esa calle disparando tiros, uno de pistola y otro de arma larga, en la dirección en que estaba Germán.

Pablo Antoñana escribió, y así se recoge en el libro, lo siguiente: «Ha pasado el tiempo, aquello no fue esclarecido, no lo será. El olvido, como en otras ocasiones, enterrará la rabia y el deseo de justicia. El poder es el poder». ¿Confía en que se esclarezca algún día?

Pues sí, soy optimista. Desde principio de siglo se están dando pasos muy importantes en memoria histórica y consiguiendo logros que antes eran impensables. La memoria y verdad sobre aquellos sucesos se ha ido transmitiendo y ha impregnado en la sociedad un sentimiento de deseo de verdad, justicia y reparación que es el motor de que vayamos a conseguir que al fin se haga justicia.