Beñat ZALDUA
CONSTITUCIÓN DE LAS CORTES

PSOE y PP dejan vía libre a Vox en una Mesa de mayoría progresista

Aunque vascos, catalanes y gallegos hicieron lo que estaba en su mano para poner un cordón sanitario contra Vox –funcionó en las secretarías–, la obsesión del PSOE con la vicepresidencia primera y la renuncia del PP a pactar las votaciones hicieron posible que Vox lograse un vicepresidente en una Mesa que volverá a liderar Meritxell Batet.

Tuya mía, mía tuya, y al final Vox cuenta con una vicepresidencia en la Mesa del Congreso de los Diputados. Eso, y la sorprendente mayoría de seis diputados progresistas frente a tres conservadores en el órgano rector de la Cámara Baja fueron las principales noticias que dejó ayer la constitución del Congreso más fragmentado de la historia moderna del Estado español. Los números hablan: nunca había habido tantos diputados independentistas (29), ni de candidaturas que no fuesen estatales (51). España se hace más pequeña, y de ella emerge Vox como tercera fuerza.

El pleno tuvo chascarrillos y episodios para todos los gustos. Desde el esguince de la portavoz del PSOE, Adriana Lastra, hasta los empujones entre Ciudadanos y Vox para buscar los mejores asientos –sin los grupos parlamentarios constituidos, el Congreso se convierte en su sesión constituyente en un cine con las entradas sin numerar–. También se escuchó la referencia a los ausentes: Marta Rosique (ERC) nombró a Junqueras, Forn, Turull y Sànchez antes de llamar a votar a los diputados presentes. Como diputada más joven, Rosique volvió a formar mesa de edad con el más veterano, Agustín Zamarrón (PSOE), reencarnación de Ramón del Valle Inclán que pidió perdón por el fracaso de la anterior legislatura y la repetición electoral.

Una vez asumido el cargo de diputados y diputadas, los parlamentarios votaron la presidencia del Congreso, que volvió a caer en manos de Meritxell Batet (PSOE), tal y como estaba previsto. Fue elegida en segunda votación frente a la candidata del PP, Ana Pastor, en una primera ronda en la que los partidos independentistas reunidos en torno a la Declaración de la Llotja de Mar introdujeron en la urna papeletas con la palabra Askatasuna y Llibertat.

Ni acuerdo ni cordón

Fue en la segunda ronda, cuando se eligieron a los cuatro vicepresidentes, cuando empezó el baile. La mecánica es sencilla –cada diputado escribe el nombre de su candidato y salen elegidos los cuatro con mayor número de votos–, pero su puesta en práctica puede ser endiablada. Antes del pleno, el PSOE propuso a PP y Ciudadanos un acuerdo para que los dos puestos de la Mesa que, aritméticamente corresponderían a Vox –como tercera fuerza–, fuesen a parar al PP y a Ciudadanos. Para eso hubiese sido necesario que parte de los diputados de PSOE y PP apoyasen a los candidatos de Unidas Podemos y Ciudadanos, de forma que los candidatos de estas dos últimas formaciones lograsen superar los 52 votos de Vox.

El PP rechazó el acuerdo, pero según publicó ayer la prensa madrileña, realizó una contraoferta de última hora para dejar fuera a Vox. En esta ocasión fue el PSOE quien la rechazó, pues implicaba perder la vicepresidencia primera, que es la que asume la presidencia cuando falla la presidenta y que se encarga de órganos de peso como la mesa de contrataciones.

Así, sin acuerdo ni cordón sanitario ante la llegada de Vox, el candidato del PSOE, Alfonso Rodríguez de Celis, fue elegido vicepresidente primero, la candidata del PP, Ana Pastor, quedó en segundo lugar; la candidata de Unidas Podemos, Gloria Elizo, se aupó hasta la tercera posición gracias al apoyo de vascos, catalanes y gallegos, que hicieron lo que estaba en su mano para que el cordón funcionase. La obsesión del PSOE con la vicepresidencia primera y la renuncia del PP al acuerdo, sin embargo, dejaron la cuarta vicepresidencia en manos del diputado de Vox, Ignacio Gil Lázaro, que ya estuvo en su día en la Mesa en representación del PP.

Eliminado el factor de la vicepresidencia, el cordón sí que fue posible –demasiado tarde– en la votación de las cuatro secretarías restantes. Unidas Podemos presentó dos candidaturas –Gerardo Pisarello y Javier Sánchez Serna– y el PSOE dividió sus votos, algo que hizo posible –de nuevo gracias al voto de vascos, catalanes y gallegos–, que saliesen elegidos los dos candidatos del partido morado, el del PSOE y, en último lugar, el del PP, Adolfo Suárez Illana, con 58 votos. En esta última votación, buena parte de los diputados de Pablo Casado votaron al candidato de Ciudadanos, José María Espejo Saavedra, que se bregó en la Mesa del Parlament de Catalunya durante la legislatura del 1-O. Vox siguió votándose a sí mismo, lo que hizo que la derecha acabase perdiendo un asiento en favor de Unidas Podemos. De ahí el saldo final de seis miembros de la Mesa progresistas frente a tres conservadores, algo que no refleja el equilibrio real del Congreso.

Reproches cruzados

Esta última votación desató la tormenta entre las fuerzas del trifachito. Vox acusó al PP de hacer perder un puesto en la Mesa a la derecha por votar a Ciudadanos a sabiendas de que no obtendría representación, mientras que PP y Ciudadanos achacaron a la extrema derecha no haber querido ceder y permitir la entrada de Cs en la Mesa.

El enfado interno de las derechas duró, en cualquier caso, lo justo. Al fin y al cabo, la mayoría progresista estaba asegurada en cualquiera de los escenarios, el PP logró mantener sus dos puestos, Vox consiguió la entrada y Ciudadanos, con solo 10 diputados, tenía ciertamente difícil colarse en el órgano.

De hecho, la derecha cargó al unísono contra las juras de la constitución por imperativo legal. PP y Vox llegaron a pedir la invalidación de casi 50 tomas de posesión y anunciaron que pedirán amparo a la Mesa, sin descartar llegar hasta el Tribunal Constitucional, pese a la existencia de jurisprudencia que avala esta fórmula a la hora de tomar posesión del escaño. El PP anunció incluso una propuesta para reformar el reglamento del Congreso y forzar a que se tenga que responder con un Sí o un No a la pregunta sobre el acatamiento de la Constitución.

La diputada de EH Bildu Mertxe Aizpurua calificó lo ocurrido de «espectáculo bochornoso», consideró que se trató de un intento de «impedir la libertad de expresión y opinión» en el Congreso y recordó que fórmulas similares fueron empleadas «sin obstáculo alguno» con Ana Pastor como presidenta.

Las broncas montadas por la derecha, tanto entre ellos como contra las tomas de posesión, diluyeron en parte el papel del PSOE. Una vez acabado el pleno, el secretario general del grupo, Rafael Simancas, insistió en que la oferta al PP y Ciudadanos para excluir a Vox estuvo vigente «hasta hoy mismo» (por ayer), y echó balones fuera: «PP y Cs no han querido aceptar ese cordón sanitario». «Nosotros estamos muy satisfechos porque nuestros compañeros están en la Presidencia, en la vicepresidencia y en la secretaría, y porque aún teniendo algunos diputados menos, tenemos un puesto más en la Mesa», declaró, obviando que el cordón que fue posible en las secretarías pudo haber funcionado también en las vicepresidencias.