Daniel GALVALIZZI
EL PP TRAZA SU ESTRATEGIA ANTE EL NUEVO GOBIERNO

Casado matiza la crispación pero ratifica la vía judicial para todo

El presidente del PP, Pablo Casado, habló ayer en la primera reunión del año de la Ejecutiva del partido y trazó la hoja de ruta de la estrategia de oposición al Gobierno de Pedro Sánchez haciendo equilibrio entre palomas y halcones. Dardos a Vox y búsqueda del votante de Ciudadanos.

Frente a los barones de su partido, el presidente del PP, Pablo Casado, dio su primer discurso tras la investidura del Gobierno de coalición. Su tono estuvo menos crispado. Vistió corbata verde, algo que en los pasillos del Congreso suele verse en los diputados de Vox, que lo hacen para diferenciarse. Fue un recordatorio casi cómico de la preocupación omnipresente que representa hoy para Génova la competencia con la fuerza de extrema derecha.

El tono dramático de los plenos de investidura pareció quedar atrás. Tras una semana de declaraciones de algunos barones pidiendo moderación, el presidente del PP quiso marcar la senda por la que intentará transitar la oposición.

Empeñado desde el año pasado en «liderar la reagrupación nacional de los constitucionalistas», como reiteró ayer, Casado sabe que es muy difícil que la derecha vuelva a Moncloa si va a elecciones partida en tres. Pero también está el desafío de Vox, que ya es la tercera fuerza en escaños y acorrala al PP con un discurso desprejuiciadamente extremista.

Para Casado, «la misión fundacional» del PP en su creación «fue unir a todo lo que estaba a la derecha de la izquierda» y ahora «es aglutinar a todo el constitucionalismo». Por eso llamó a «huir de quien haga de la división y confrontación su hoja de ruta».

«No queremos ser una minoría indomable, tenemos ambición de mayoría imbatible», aseveró Casado en un mensaje con claro destinatario. Al partido de Abascal le envió otro dardo: «Para los que quieren suprimir diputaciones y comunidades autónomas, les digo que hoy son la mejor salvaguarda para los ciudadanos frente al Gobierno radical». Casado no se sumó a la convocatoria de Vox de salir a manifestarse en contra de la investidura de Sánchez y por ahora la estrategia de llevar la política a las calles está aparcada. No así la de mantener su ofensiva en los tribunales contra Moncloa y el independentismo.

Con ese fin, anunció que el PP recurrirá en la sala de lo Contencioso del Supremo el nombramiento de la exministra de Justicia, Dolores Delgado, como jefa de los fiscales, en un fichaje que calificó como flagrante para la separación de poderes.

También embestirá contra el president Quim Torra y contra el presidente del Parlament, Roger Torrent. Al primero, según adelantó, lo denunciará por «delito de usurpación de funciones» si no acata la inhabilitación de la JEC. Al segundo le advirtió de que lo denunciará «por prevaricación» si no accede a convocar un pleno de investidura para elegir un nuevo líder de la Generalitat que sustituya a Torra.

Por si fuera poco también dijo que su grupo registrará en las Cortes una propuesta de modificación de la ley electoral «para que los prófugos de la Justicia no puedan ser elegibles». «No son zancadillas ni artimañas legales, como dijo Sánchez. Esto es el estado de Derecho», recalcó.

Sobre el final de su intervención, se hizo cargo del debate público en torno al perfil que debe tomar el partido, expresado, por ejemplo, por los presidentes de Galicia y Andalucía: «No voy a liderar un PP ni bronco ni desestabilizador ni que haga escraches», enfatizó, y pidió que sus dirigentes se centren en propuestas «atractivas y concretas para la vida real» del votante de a pie.

«Dicen que nos hemos movido a la derecha para tratar de debilitarnos y dividirnos pero hemos demostrado que somos un partido al que nadie le marca la agenda», señaló en forma tajante. En señal de unidad, afirmó que no existe «un PP duro ni blando» y que es «un debate falso» hablar de palomas y halcones.

Pero esa misma mención fue elocuente para reflejar las dos almas en pugna al interior de Génova y las que Casado está obligado a compatibilizar. También hay intereses contrapuestos: Núñez Feijóo, por ejemplo, no siente el apremio de Vox en Galicia (en donde su caudal de votos es casi irrelevante) como sí lo sienten los candidatos «populares» en Madrid y Valencia.

Fuentes de Génova comentaron a GARA que la estrategia de Casado no está tan influida por el temor de perder votos ante Vox sino por el objetivo casi obsesivo de reagrupar al electorado conservador, y que este péndulo entre crispación y moderación está calculado para navegar entre las dos aguas del PP. Incluso, para dar mordiscos al centro, apelando a los socialistas moderados que se sienten defraudados por Sánchez.

Las mismas fuentes destacan que, en todo lo que sea tensar la cuerda, está involucrada la portavoz del grupo parlamentario, Cayetana Alvarez de Toledo, quien junto con el número dos del PP, Teodoro García-Egea, representan el ala más combativa.

Los barones moderados los miran con recelo y se ocuparon de hacer trascender su disidencia. Ayer Casado quiso demostrar que todavía los tiene en cuenta.