Amparo Lasheras
Periodista
AZKEN PUNTUA

Aunque CAF no quiera verlo...

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, acaba de anunciar en su campaña electoral del 2 de marzo la construcción de diez mil viviendas en los territorios ocupados de Jerusalén Este. Quizás lo ha dicho para ratificar el «acuerdo del siglo» con Trump o arrebatar votos a su adversario de centro-derecha, pero lo que queda muy claro en sus palabras es que la colonización y el genocidio del pueblo palestino, iniciado en 1948, continuará a pesar de las condenas y resoluciones de la ONU y del Derecho Internacional. El tranvía, que construirá la empresa vasca CAF, no es ajeno a esa barbarie. Se trata de una ampliación del Tren Ligero actual que recorrerá los territorios ocupados de Jerusalén oriental y, por lo tanto, formará parte de las infraestructuras civiles que necesita el Gobierno israelí para proseguir con la ocupación y la vulneración de los derechos humanos y colectivos del pueblo palestino. Como afirmaba en “Argia” Rubén Sánchez, compañero internacionalista, «este tranvía pretende trocear todavía más la tierra palestina para hacerla inevitable». En julio de 2005, la Sociedad Civil Palestina solicitó a la comunidad internacional un claro boicot a los intereses de Israel. Miles de personas asesinadas por el Ejército israelí y más de seis millones de exiliados (44,6% de la población) justifican esa petición, aunque la dirección de CAF no quiera verlo.