EDITORIALA
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El foco se posa sobre el futuro, la economía y las alternativas

Durante la pandemia el foco informativo ha ido transformándose, a menudo empujado por la actualidad más trágica. Otras veces se ha centrado en los avances tecnocientíficos sobre el virus. Menos veces que en épocas anteriores, las noticias han estado marcadas por las agendas institucionales o partidarias, que se han visto tan superadas como los gobiernos que las promueven. Si miramos a ciclos más largos, veremos que en cierta medida ese foco ha ido cambiando a la vez que cambiaban los intereses y el estado emocional de la ciudadanía. En cada sociedad en relación a sus vivencias particulares –grado de confinamiento, impacto letal de la pandemia, afecciones sociales y culturales de la misma…–, pero dentro de un marco global.

Por ejemplo, es evidente que el interés que había al principio por las cuestiones médicas más técnicas ha ido decayendo, volviendo a manos de los expertos y de los obsesos. A partir de cierto punto esa información ha resultado inabarcable. Lo mismo ha sucedido con los datos, solo que en este caso la falta de transparencia de las respectivas autoridades ha resultado fatal. Los cambios en la manera de contar los números y contar los hechos, así como la progresiva desconfianza social que esta forma de actuar genera –la manera en la que algunos gobiernos han obstaculizado la obtención de datos fiables, de respuestas claras y veraces ha sido inaceptable–, han hecho no solo que el interés decrezca, sino que se convierta en descreimiento. Algo peligroso para instituciones que pivotan tanto sobre la confianza social.

La búsqueda de información práctica y entretenimiento también ha sido relevante, sobre todo en el confinamiento, obligando a los medios a ofrecer planes alternativos. Esta demanda fluctuará, pero seguirá siendo fuerte en estas fases porque la cultura, el esparcimiento y la diversión deberán buscar nuevas fórmulas.

Un renovado interés en lo básico: la economía

En estas últimas semanas, sin embargo, el ciclo informativo ha cambiado de nuevo. Está empezando a prevalecer el análisis sobre un futuro lleno de incertidumbres pero en el que, sin duda, la economía será determinante. Las preguntas son cómo será la vida en adelante, cuáles serán las prioridades, qué cosas quedarán aparcadas y cómo se sostendrán las que queden o las que se creen. El sistema se prepara para una reconversión que en ciertos ámbitos no sabía cómo hacer y que ahora puede ver más fácil o inaplazable. Quienes piensen en otras opciones deberán diseñar a tiempo alternativas viables.

Gestionar el tiempo seguirá siendo una competencia política crucial en esta nueva época. Los resultados del estudio sobre seroprevalencia dirigido por el Instituto Carlos III han demostrado que cerca de un 4,4% habría pasado el coronavirus en Hego Euskal Herria, cifra que según otros estudios es bastante menor en Ipar Euskal Herria. Así, la inmunidad colectiva es inalcanzable a corto ni a medio plazo. Quizás cifras más altas tampoco abrían una vía realista en ese sentido, pero esos datos han cambiado el horizonte con el que trabajaban muchas personas y colectivos. Será un cambio más radical y más duradero, de años, con más víctimas y mayor presión, con oleadas que dejarán daños que habrá que restaurar sobre la marcha.

La fiscalidad se presenta como un instrumento indispensable para hacer frente a estos daños y construir a la vez alternativas mejores al modelo actual, que genera profundas desigualdades y resulta inviable en términos ecológicos. El análisis que realiza hoy al respecto Isidro Esnaola evidencia la necesidad de una reforma fiscal en clave recaudadora y redistributiva, algo para lo que los ricos y sus delegados políticos ya se han empezado a vacunar. En este punto, el capital vasco es analíticamente marxista: siempre tiene en cuenta que al final va a ser en el terreno económico en el que se decantará el camino que tome el país, donde se decidirán sus hipotecas.

Las posiciones, lo mismo respecto a la fiscalidad que a las infraestructuras, están claras. Lo que ahora está a debate son las alternativas, su viabilidad, su capacidad para decantar a otras fuerzas, la eficacia política de las propuestas. Una de las ventajas del debate actual es que todo lo que antes parecía imposible ahora está sujeto a reflexión y negociación. Por otro lado, el catálogo de alternativas a nivel mundial es espectacular. Hay políticas públicas que se pueden adaptar a casi todos los niveles, desde el municipal al nacional. Sin renunciar a confrontar o pactar, en parte el juego ahora es superarles.