Janina PÉREZ ARIAS
Interview
KLEBER MENDOçA FILHO Y JULIANO DORNELLES
CINEASTAS

«Las atrocidades del pasado continúan repitiéndose»

«Bacurau» es una potente propuesta que desconcierta y atrapa por igual, haciéndole frente al gobierno de Jair Bolsonaro. Ganadora del Premio del Jurado en la pasada edición del Festival de Cannes, la cinta llega ahora a las plataformas de streaming.

Antes de la pandemia, ya la cinematografía brasileña se encontraba en un momento crítico. Por decisión política en lo concerniente al flujo de recursos, se habían parado los rodajes de películas, postproducciones y proyectos. Las noticias que siguen llegando desde el inmenso país sudamericano coinciden en una línea: desde la instauración del gobierno de Jair Bolsonaro el sector cultural se ha convertido en la diana de los recortes financieros.

De ese panorama dan fe Kleber Mendoça Filho y Juliano Dornelles, directores de “Bacurau”, ganadora del Premio del Jurado en el pasado Festival de Cannes y que llega a las plataformas de streaming. Cuenta Mendoça Fihlo que a los recortes se le adiciona la propagación de una campaña de descrédito hacia los artistas, a quienes actualmente «se les ve como los enemigos y a los intelectuales se les tilda de despreciables».

Siendo la pujante y prolifera cinematografía brasileña reconocida a nivel mundial y acogida en las programaciones de grandes y significativo festivales de cine, esta situación más que lamentable es apocalíptica, por lo que no extraña que tal tema emerja una y otra vez en esta conversación que debería centrarse en la indiscutible excelencia de “Bacurau”. Y es que esta primera colaboración en la dirección de Kleber Mendoça Filho y Juliano Dornelles se puede interpretar así mismo como una dura crítica a la actualidad sociopolítica de Brasil.

Sonia Braga, Udo Kier, Bárbara Colen y Thomas Aquino, son algunos actores que conforman el nutrido ensamble de “Bacurau”, la cual se centra en un futuro próximo para narrar de un pueblo remoto y apacible donde transcurre la vida en cámara lenta. «Se for, vá na paz» (si fueses, ve en paz) anuncia el cartel de bienvenida en el medio de la nada de esta localidad que un grupo de interesados trata de desaparecer del mapa, sometiendo a sus habitantes al aislamiento, restringiéndoles el suministro de agua y sembrando el terror. Como respuesta, la resistencia se articula para hacerle frente a quienes tratan de expulsarlos de su región.

Sobre papel “Bacurau” se anuncia como una «distopía», pero resulta abrumadora la cercanía de esta historia con la realidad brasileña actual. «Aunque parezca increíble es una coincidencia», afirma Juliano Dornelles: «Empezamos a desarrollar este proyecto hace 10 años y aunque nuestras motivaciones fueron de tipo político, más bien el punto de partida fue la idea de cómo deberían ser las cosas socialmente».

Hace una década no existía ni la abstracción de un Bolsonaro. «Brasil y el mundo han cambiado mucho en todo este tiempo», hace notar Dornelles, quien desde hace varios proyectos trabaja con Kleber codo a codo en el diseño de producción. Mientras se producían las transformaciones sociales y políticas de gran importancia, “Aquarius” (escrita y dirigida por Mendoça Fihlo) desembarcaría con éxito en el Festival de Cannes en 2016 aunque pronto se convirtió en blanco de fuertes ataques por parte del gobierno de Michel Temer. Las represalias, como retornar al fondo cinematográfico un millón de dólares, aún están sometidas a un litigio legal.

Irónicamente, Kleber Mendoça Filho salió con nuevos bríos y fortalecido como realizador a nivel internacional de esa penosa situación. En ese caldo de tensiones, en su reposo en la lista de espera “Bacurau” iba tomando cuerpo. «Llegó el momento de sentarnos finalmente a concluir el guion que habíamos empezado», relata Dornelles revelando que en ese proceso influyó hasta la elección de Donald Trump en EEUU.

Entre los varios temas que plantea “Bacurau” se encuentran la corrupción, el pulso por lograr y mantener el poder, así como el rechazo ante otro intento de sometimiento. «Es una película política pero no como los filmes de Costa Gavras u Oliver Stone, que son políticos de una manera muy frontal», aclara Mendoça Filho.

Los directores se permitieron armar una auténtica bola de fuego que siguió la premisa de «hacer una película a toda hostia», comenta Kleber sin tapujos y con una gran sonrisa. «Como cineasta siempre existe la posibilidad de sorprender al público, no necesitas hacer algo radical o experimental», apunta dejándose inspirar por cineastas tan variopintos como Steven Spielberg o John Carpenter.

El resultado es una potente propuesta, que desconcierta pero atrapa, en la que se mezclan el spaghetti western, el suspense, la aventura, la ciencia ficción, el thriller, el realismo mágico, así como un alto nivel de violencia. Este cruce de géneros fue surgiendo fortuitamente a medida que escribían las escenas y decidían cuál sería la mejor manera de rodarlas.

«‘Bacurau’ es también una película sobre la Historia», añade Mendoça Filho, «que es algo significativo en especial cuando constatas que Brasil es un país joven de apenas 500 años y que los brasileros tienen una idea muy particular sobre la Historia, ya que piensan que los museos son para viejos. Obviamente yo no comparto esa opinión, tal vez porque mis padres son historiadores y siempre me subrayaron por qué las cosas son como son, y ese es otro aspecto que se refleja en el filme».

Mendoça Filho profundiza en el hecho de que la historia se repite de muchas maneras y no solamente en Brasil. Cita como ejemplo la invasión soviética en Afganistán (1979-1980), la expansión del imperio británico a lo largo de varios siglos, así como la Guerra de Vietnam (1955-1975), siendo este último un caso en el que profundizaron mucho durante el desarrollo de “Bacurau”.

«Son situaciones que se vienen repitiendo una y otra vez», recalca Kleber, «como si la civilización regresara al pasado haciendo círculos, de allí a que la resistencia surja automáticamente, aunque no siempre sea exitosa en sus acciones».

En “Bacurau” la resistencia es un fuenteovejuna. Lo que desconocen los invasores es que en esa región llevan en los genes resistir hasta la muerte; si hubieran entrado al museo local, quizás hubiesen repensado la sangrienta operación. «Queríamos hacer un filme de fantasía», devela Mendoça Filho, «por eso tiene sentido que los fuertes se lleven unas buenas patadas, por otra parte conocemos bien esa región en particular y la manera de pensar de su gente».

El co-director se refiere a Pernambuco (en el nordeste de Brasil). Ambos realizadores son oriundos concretamente de Recife, lo que les hace testigos en primera línea de la profunda brecha existente entre el necesitado norte y el acaudalado sur.

El futuro que se plantea en “Bacurau” tiene un amargo e indiscutible sabor a la realidad del presente. «Las atrocidades del pasado continúan repitiéndose», advierte Kleber, «pero escribimos la historia de esta película evitando dar información adicional, aunque sí proporcionando indicios de lo que podría suceder».

No existe una ciudad con el nombre de esa película, más bien «bacurau» es un vocablo empleado en la jerga del nordeste para denominar el último autobús de la noche o para identificar a un pájaro nocturno. Tras el exitoso estreno del filme en Brasil, la palabra se empezó a tomar como símbolo para criticar todas las vicisitudes a las que se enfrentan los brasileros. Quién sabe si la próxima resistencia se llame “Bacurau”.