Josu MONTERO
Escritor y crítico

Sudor

Nuestra especie necesita historias para acompañar el tiempo y retenerlo un poco. Así que yo recopilo historias, no las invento. Voy detrás de la vida, a espigar. Las historias son un resto que ha dejado el paisaje. No son aire, sino sal, lo que queda después del sudor». Aunque es el narrador de “Historia de Irene” quien esto afirma, seguro que lo suscribe su autor, el escritor italiano Erri De Luca (Nápoles, 1950). De hecho, él sabe mucho de sudor. Tras militar del 68 al 76 en la clandestina Lotta Continua, trabajó muchos años como obrero, albañil o camionero. «Entonces descubrí que la escritura me salvaba; sentía que si escribía no había perdido el día». Fue voluntario en Tanzania –donde contrajo la malaria–, conductor de camiones de ayuda humanitaria en la guerra de los Balcanes y se instaló en Belgrado mientras la OTAN lo bombardeaba. Alpinista consumado, llamó a boicotear las obras del Tren de Alta Velocidad que iba a atravesar los Alpes, por lo que fue procesado y luego absuelto. Escribió entonces el panfleto “La palabra contraria”. De forma autodidacta estudió lenguas como el swahili, el ruso o el hebreo antiguo, y ha traducido fragmentos de la Biblia buscando la mayor fidelidad con el original. Y, sobre todo, es un narrador –y un poeta– excepcional, tocado por una rara gracia. Publicó su primera novela a los 40 años. Os recomiendo encarecidamente cualquiera de ellas; o poemas como “Valores”, “Con la ayuda de Hölderlin” o “Sólo ida”, que da título a su Poesía Completa en castellano. Ha afirmado: «El escritor es alguien que tiene que saber estar callado». Toma ya.