Aritz INTXUSTA

LA «HIDROXI» CAE EN DESGRACIA

Un estudio de «The Lancet» puede darle la puntilla al tratamiento que había popularizado Donald Trump. París ha prohibido la hidroxicloroquina, mientras que el Estado español, donde se ha tratado masivamente con el fármaco, prefiere contrastar más.

La velocidad de expansión del coronavirus hizo inviable el desarrollo de medicamentos partiendo desde cero. Lo que los científicos están haciendo hoy es ver si alguno de los productos que ya estaban testados en humano funciona contra él. En ese fondo de armario de medicamentos, había muy poquitos candidatos a ser efectivos contra el nuevo SARS. Prácticamente, solo se contaba con antipalúdicos y antivirales contra la hepatitis (como el Remdesivir) o el sida.

De todos los antipalúdicos pronto destacó la hidroxicloroquina. En las últimas semanas, el presidente de EEUU, Donald Trump, popularizó este producto al anunciar que le gustaba y que le ponía tomar su «hidroxi». Llegó a decir que los de izquierdas no tomaban nada, pero que los de derechas tomaban la «hidroxi» de modo profiláctico, para evitar o ralentizar un eventual contagio.

Trump se basta solo para presentarse como un loco y un imbécil. La prensa, además, tiende a acentuar esto y enseguida remarcó que la hidroxicloroquina puede tener efectos secundarios, como arritmias y delirios (lo que causaba aún mayor alarma en el caso del presidente de EEUU). Sin embargo, Trump no era el único mandatario en medicarse con «hidroxi». También lo estaba tomando Emmanuel Macron. Y los médicos de ambos lo avalaban.

La cosa no se queda en los mandatarios, prácticamente un 85% de los enfermos de covid-19 fueron tratados con hidroxicloroquina en el Estado español, según los registros de Medicina Interna. Así se ha hecho también en Nafarroa y la CAV, pues lo indicaban los protocolos... hasta que un estudio publicado en “The Lancet” lo ha cambiado todo. La hidroxicloroquina, según apunta el estudio, no solo no es eficaz, sino que incrementa la mortalidad debido a las arritmias.

El estudio de esta revista científica ha causado tanta alarma en el Estado francés que ya se ha prohibido. Es más, parece haber metido miedo a la propia OMS. Sin embargo, este estudio no es definitivo. «Tiene un espectro muy amplio, se han mirado muchos casos, pero se trata de un estudio observacional, no un ensayo clínico», explica el farmacéutico investigador de la Unidad de Innovación y Organización de Osasunbidea Luis Carlos Saiz.

Un estudio observacional contrasta historias de pacientes tratados con este producto con otros que no lo han sido. Pero una observación así puede verse afectada por factores externos. Por contra, un ensayo clínico esta controlado desde el inicio, cuando se divide a los sujetos del experimento en dos grupos iguales, a uno se le administra hidroxicloroquina y al otro, no. Después se mira la evolución de ambos. Como todo está controlado, el nivel de rigor es mayor.

Freno a Solidarity, el gran ensayo

La «hidroxi» ya había pinchado en ensayos clínicos anteriores en el sentido de que no se había demostrado su eficacia. La aportación de “The Lancet” es alertar de un potencial aumento de la mortalidad. Hoy día, existen una quincena de ensayos clínicos abiertos con este antipalúdico. El más importante de ellos es Solidarity, que impulsa la propia OMS y en el que participaban varios hospitales del Estado español. La reacción de la organización que dirige Tedros Adhanom Ghebreyesus ha sido frenar Solidarity. El siguiente paso será verificar si el grupo de tratados con hidroxicloroquina ha registrado una mortalidad mayor que el otro grupo. Si es así, pondrá fin al ensayo.

El Estado español, por su parte, discrepa de París y no ha descartado que el producto sí que pueda ayudar a los enfermos. No hay prohibición, por el momento. Aun así, lo lógico será que se paren los tratamientos masivos y se espere a ver las conclusiones de la investigación en Solidarity.

Queda ahora aclarar por qué se suministraba este medicamento. En principio, no es motivo de escándalo, pues no hay evidencia de que ninguna medicación sirva para este virus. «La hidroxicloroquina está aprobada para lupus, artritis o malaria y se le ha dado un uso compasivo para los enfermos de covid. El uso compasivo es usar un medicamento para lo que no está indicado y tiene un protocolo. Se hace una petición especial para que se apruebe, se informa al paciente, se refleja en el historial...», detalla Saiz.

El farmacéutico explica que la hidroxicloroquina ha sido capaz de inhibir el virus en pruebas in vitro y se emplea en enfermedades autoinmunes similares a las que genera el coronavirus. De ahí que lo usaran.

De confirmarse este fracaso de la hidroxicloroquina, será una muy mala noticia. «Ahora todas las miradas está puestas en el Remdesivir, pero los resultados que se observan son muy modestos. A lo sumo, acorta el tratamiento, pero no cura», confiesa Saiz.