Iñaki Uriarte Arquitecto

MUSEO DE BELLAS ARTES DE BILBO: IRREGULARIDADES E ILEGALIDADES

A partir de hoy se abren los museos en Hego Euskal Herria, un patrimonio básico para la salud cultural de un país. Nuestro colaborador habitual en temas de arquitectura analiza el proyecto ganador para la ampliación del Museo de Bellas Artes de Bilbo.

Por fin, los museos de nuestro país abren y con tal motivo es necesario considerar algunas circunstancias del concurso de ampliación y reforma del bilbaino Museo de Bellas Artes. Convocado por la Fundación del museo, el Ayuntamiento, la Diputación de Bizkaia y el Gobierno Vasco, con discutibles motivos se decide ampliar el elegante edificio actual, construido en dos épocas: en 1945, proyecto de los arquitectos Fernando Urrutia y Gonzalo Cárdenas, con un lenguaje de reminiscencia neoclásica; y 1970, por los arquitectos Alvaro Líbano y Ricardo Beascoa, en un estilo moderno internacional propio del momento.

Se realiza el concurso de ideas arquitectónicas en dos fases, en el que se inscriben 57 propuestas y se seleccionan seis para la fase final. Resuelta ganadora la titulada “Ingravitas” del deseado por la Fundación, Norman Foster & Partners, y Luis Maria Uriarte, destacado arquitecto laudiotarra.

Son muchas las valoraciones a analizar en este proceso, aunque nos centramos en dos: el jurado y las afecciones del proyecto en el museo y el parque circundante, ambos catalogados. En el jurado figuraba la decana del Colegio de Arquitectos, que claudicó ante la discriminación de los arquitectos participantes en razón de méritos adquiridos. Se prescindió de ideas, que no son solo potestad de la experiencia, sino de intuición, talento e imaginación. Un atentado a la libertad de proyectar. El jurado era fraudulento, tratándose de un concurso de arquitectura. De los diez miembros no existía, como es preceptivo, una mayoría de arquitectos: había cuatro, más dos gerentes, un director de BBK, una restauradora de bienes muebles de Diputación y un historiador viceconsejero del Gobierno, además del presidente y director del museo. Es decir, cinco personas incapacitadas profesionalmente para juzgar unas propuestas con variadas complejidades.

Pero era ilegal, incluso denunciable judicialmente, que uno de los arquitectos del tribunal fuese miembro de la Norman Foster Foundation. Se autoconstituía en juez y parte, y por sus conocimientos, arrastraría a los otros miembros a su propósito. No se puede dudar de la enorme reputación de la oficina de Foster, pero no es infalible. El proyecto, impactante mediáticamente, ni es adecuado ni admisible al singular lugar previsto. Posteriormente se mostraron en el museo los proyectos finalistas sin posibilidad de debate público y recogida de opiniones.

En el Plan General de Bilbo (PGOUB), el museo está catalogado de Protección Especial Nivel A, el máximo, lo que supone limitaciones para intervenir. La Ley 6/2019, de Patrimonio Cultural Vasco, en su artículo 38 establece:

1.- Cualquier intervención en un monumento respetará los siguientes criterios: «Se autorizarán las intervenciones de conservación mínimas necesarias para mantener la integridad de los sistemas constructivos...». La integridad es relativa, además del propio edificio, a su entorno que del modo más elemental está constituido por sus fachadas y cubierta.

A su vez, el parque donde se inserta el museo, en el PGOU está catalogado como Conjunto de Conservación Integral. Y el mismo artículo indica:

2.- Cualquier intervención que afecte a conjuntos monumentales deberá respetar los siguientes criterios:

a) «Se mantendrán la estructura urbana y arquitectónica del conjunto, y las características generales del ambiente y de la silueta paisajística, para lo cual no se permiten modificaciones de alineaciones, alteraciones de la edificabilidad, parcelaciones ni agregaciones de inmuebles que alteren la estructura y características generales del conjunto…».

c) «Se admitirán intervenciones de rehabilitación interior, de adaptación a nuevos usos y de mejora de la habitabilidad en los elementos constituyentes del conjunto, siempre que no afecten a la integridad de los sistemas constructivos, arquitectónicos y ambientales característicos del mismo»

Esta propuesta, que no se ajusta a las bases del concurso, infringe la normativa suficientemente explícita de protección cultural del museo y su entorno en el parque. Además, rebasa las alineaciones permitidas en su fachada, prolongación del Ensanche. Hay al menos otra alternativa que sí respeta el edificio histórico, la del prestigioso arquitecto Rafael Moneo. Ante las irregularidades del proyecto y al ser una cuestión de cultura social, se solicitó a la delegación de Bizkaia del Colegio de Arquitectos un debate y la respuesta fue negativa. Pero se celebrará cuando sea posible en una sala que respire libertad de opinión.