Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Personal Assistant»

Que no pare la música

La guionista de “Personal Assistant”, Flora Greeson, ha plasmado en el argumento sus propias vivencias personales, un encadenado de situaciones que nos descubren la trastienda vitriólica y emocional de la escena musical de Los Angeles.

Greeson revela en sus diálogos y secuencias un caudal de anécdotas paralelas a la trama central que enriquecen todo el conjunto.

Afable y elegante en su apariencia, la película de Nisha Ganatra no se conforma con ser un mero entretenimiento en el que se revelan las peripecias que comaparten una diva en horas bajas y su fiel asistente personal, sino que se descubre como un canto a la amistad sincera y una declaración de amor a la música, más allá del engañoso envoltorio de fama y gloria que la rodea. Además de la impecable banda sonora que acompaña a las imágenes y que nos permiten un saludable reencuentro con clásicos imprescindibles de Marvin Gaye, Sam Cooke, Al Green y Aretha Franklin, destaca en todo el conjunto la buena química que se establece entre las dos protagonistas y, sobre todo, en la presencia de Tracee Ellis Ross, cuyo personaje es una suma de las personalidades y repertorios de grandes artistas como Aretha Franklin o su propia madre, Diana Ross.

En un segundo plano, Dakota Johnson cumple sin problemas su rol de “escudera irreductible” y de guía para el espectador en esta colorida  incursión musical cuyas referencias cinbematográficas más claras son las excelentes comedias románticas de Richard Curtis –sobre todo “Love actually”–  y el tono afilado de “El diablo viste de Prada”. En su engranaje, “Personal assistant” no incluye elementos novedosos u originales a la hora de describir la escena musical, pero cumple con creces su cometido de entretener al espectador y lo hace de manera veraz y a pesar de su incomprensible e innecesario giro final.