Ibai Azparren
Periodista
JOPUNTUA

Ver la paja en el joven ojo ajeno...

E n las última semanas se han ido entrelazando las palabras jóvenes y covid. Los contagios en el ambiente de fiesta han puesto en duda la responsabilidad de una juventud que ha sido señalada de forma generalizada y arbitraria.

Sobre los jóvenes se ha dicho que no les importa el coronavirus ni sus consecuencias, precisamente de una generación que «salió» de la crisis de 2008 para naufragar ahora en una «nueva» a causa del covid-19. En ese tortuoso sendero vital desencadenado por la agenda neoliberal muchos y muchas se han sindicado, se han organizado en diferentes movimientos y conocen de sobra la palabra solidaridad como para que ahora se les acuse justamente de lo contrario.

Solidaridad que ejercieron buena parte de jóvenes durante los momentos más duros de la pandemia y que han impulsado a través de redes vecinales en aras de dar apoyo a grupos de riesgo o personas mayores.

Es totalmente cierto que otros muchos no han hecho todo bien en un escenario en el que nadie lo ha hecho. Así pues, criminalizarlos después de que desde las instituciones se diese una imagen de que la pandemia había pasado y que incluso se podía votar no parece lo más lógico y sí una cortina de humo; también cerrar sus locales de socialización mientras se mantienen abiertos otros en los que socializar va ligado a consumir.

Muchos de estos jóvenes sienten, además, una desafección por la política convencional y por los medios de comunicación que no hará más que incrementarse tras los dardos lanzados desde ambas esferas. Desenlace que no parece importar a los medios que convierten el clickbait en pilar de su estrategia y que no dudaron en dar visos de verosimilitud a rumores como que en Mendillorri habían organizado una pachanga de positivos contra negativos.

No hubo partido alguno pero sí una respuesta ejemplar de los jóvenes que agotaron las citas para hacerse la prueba de forma voluntaria. Es sencillo culpar a la juventud, pero si lo que se busca es responsabilidad no caben discursos paternalistas y sí autocrítica compartida y constructiva.