Los hermanos australianos Roache-Turner son conocidos en los ambientes frikis del cine de desgüace por su primer largometraje de bajo presupuesto “Wyrmwood” (2014), donde mezclaban terror zombi con survival a lo “Mad Max”, que para eso vienen de las Antípodas. Kiah y Tristan escriben los guiones juntos, mientras que el primero se encarga de la dirección y el segundo de la producción. Por increible que parezca, para su siguiente “Nekrotronic” (2018) lograron reunir un reparto internacional encabezado por Ben O’Toole y Monica Bellucci, y con David Wenham como secundario de lujo. Y de tal guisa se presentaron en el festival de Sitges, donde participaron fuera de concurso, ya que se trata de un divertimento descacharrante que juega con la idea de que cuanto peor parece la película mejor se lo pasa su público.

Los decorados y el vestuario son de traca, y hace tiempo que no se veía en una pantalla algo tan sicotrónico. El risible argumento presenta a Monica Bellucci como diabólica villana, una nigromante que se pasó al lado oscuro y aplica al ejercicio del Mal el desarrollo tecnológico, de tal forma que las posesiones tienen lugar a través de las redes y aplicaciones de los usuarios de dispositivos móviles. El cazademonios protagonista procede literalmente de las cloacas, ya que es pocero.